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El tiempo no afecta al buen flamenco

El tiempo no afecta al buen flamenco

“Dos generaciones de flamenco”, como el título nos muestra, es el espectáculo concebido por la saga flamenca del Colorao, padre e hijo, que hacen un recorrido, un mano a mano, por algunos de los cantes más representativos. La idea sería dar una prueba fehaciente de la evolución de este arte a través de los años. Sin embargo, mi primera constatación y motivo de alegría es que este cambio generacional no es tan pronunciado. El flamenco sigue siendo el flamenco y la jondura no tiene por qué variar de un momento a otro. O sea, que estamos de enhorabuena y las únicas diferencias que apreciamos son melismáticas, de facultades personales y de experiencia. Antonio Gómez con la voz más hecha y Sergio con un gusto exquisito mecen los cantes para darnos un panorama amplio, quizá demasiado amplio (duró tres horas), del flamenco. Seguramente las grandes diferencias se aprecien en el toque y no en el cante. José María Ortiz, que acompaña a Antonio Gómez, tiene una guitarra más de estómago, más de pellizco, mientras Rubén Campos es un tocaor más cerebral, que rasga el sentimiento.

Comienzan por martinetes interpretados al alimón. Continúan con una buena muestra de soleares, de las que se recogen más de medio centenar de estilos. De ahí su largura. La farruca se escucha preciosista en las manos de los jóvenes y en las seguiriyas, sin duda, vence la experiencia. El público mayor se inclina más por el padre.

La segunda parte es más festera. Comienzan los tangos de Graná, que del camino van al cerro y viceversa. Por Huelva se crecen los Coloraos y el público responde, para romperse seguidamente por alegrías. Bien por los dos en los cantes de levante. Y cierran la velada (aunque eran las tres del mediodía) con la balada flamenca “Mi mama”, con aires de tangos, que Antonio Colorao ha grabado recientemente en su disco “Mis raíces”.

Al final de cada parte, como animación y para completar la oferta de esta quinta muestra de Flamenco Mayor, se ofrece un poquito de baile con brío y soltura de la mano de El Moreno y La Repompa.

 

Notas marginales no publicadas

Primero.- Antonio Colorao es un cantaor profundo y sabio. Sus seguiriyas, aparte de Morente, son las mejores de Andalucía oriental. Es un poco suyo, algo cerrado y celoso de su arte. Una visión más amplia y maleable le habrían llevado más lejos.

Segundo.- Sergio no tuvo un buen día. Es la sombra de su padre. Adquiere el enciclopedismo de éste con su frescura y actualidad. Tiene un gran gusto cantando, pero debe abandonar el ala paterna y navegar por otros ríos. Debe renovar sus letras, sobre todo. Leer poesía.

Tercero.- José María, además de un gran amigo, tiene una técnica envidiable y una apreciada intuición, es uno de los mejores tocaores de acompañamiento del momento. Es humilde y buena persona. Su toque, como dije, es telúrico (aunque a Vargas Llosa no le guste la palabra), espermático. Sus puros nervios le hacen estallar en momentos sublimes.

Cuarto.- Rubén Campos pertenece al otro gran grupo de los tocaores de Granada: la escuela de los estudiosos. Tienen, quizá menos pellizco, pero miran como ninguno a las estrellas. Mientras que los tocaores viscerales sólo perfeccionarán, grosso modo, lo que ya saben hacer, los guitarristas cerebrales se expandirán como el aceite en el arte de las seis cuerdas.

Quinto.- El Moreno lleva el ritmo metido en la sangre. Es pura fibra, control y furia. Es un gran percusionista y un excelente bailaor que, en momentos, recuerda a los farruco pero, gracias al cielo, deja sobresalir su lado femenino.

Sexto.- La Repompa tiene un baile manido. Correcto, pero con poca enjundia. Lamentablemente su cuerpo tampoco la acompaña. Siendo guapa, como es, para ser una bailaora joven está más gruesa de la cuenta. Siento que parece un globo en el escenario (llevadme la contraria, por favor).

Séptimo.- Rafaela Gómez es la madre de El Moreno, a quien le cantó para su baile por alegrías. Junto con Sara Heredia, es la mejor cantaora de atrás que tenemos en Granada. Su pellizco gitano es una gozada y su forma de jalear única. Imprescindible para la fiesta. También sabe bailar.

* La foto es de Antonia Ortega en el mismo espectáculo que hace un año representaron en el Centro Cívico del Zaidín. 

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