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El Festival de Ogíjares aún no toca fondo

El Festival de Ogíjares aún no toca fondo A las cuatro de la mañana seguía actuando Luis de Córdoba. Alguna vez lo he denunciado: el formato de estos macrofestivales cada vez tiene menos sentido. A la hora en que se anunció el fin de fiestas, con suerte, la mitad de los espectadores no habían desaparecido. Y el que acude atraído por las primeras figuras, que lógicamente actúan al final, se queda con las ganas y con una entrada para enmarcar.

Por otra parte, este Festival va decayendo en calidad, aunque aún no toca fondo. La cabecera de cartel, sin desmerecer a nadie, no son artistas que hoy en día ocupen las primeras filas. Con todo y con eso, flamenco hubo y buen flamenco. Luis de Córdoba, con menos facultades de las acostumbradas, dio un concierto a medida de su público. Arropado por Manuel Silveria, admirado e imitado guitarrista, anunció seguiriyas, que fueron livianas en su comienzo. Continuó por alegrías y cantiñas, para pasar a unas peteneras con mucho gusto que, sin embargo, por su mal ramo tradicional, levantó a más de un supersticioso de su asiento. Después hizo unos tientos, la mejor de sus propuestas y unos fandangos, antes de pasar a los tangos finales, que los dedicó a José Fernández, el cantaor que abrió lo noche y sigue su estela. A petición de sus incondicionales, acabó con su éxito Agua fresca que fue bien recibido y coreado.

Como segundo de a bordo figuraba Pansequito que, por su peso específico y los resultados de la velada, justo hubiera sido que ocupara el primer lugar. Con un inmejorable Niño de Pura a la guitarra, se templó por alegrías, como buen gaditano, para exponer seguidamente su magisterio en una soleá. José Cortés Pansequito está en buenas facultades, imponiendo esa manera tan particular de decir los cantes y ligar los tercios. Después se fue por levante. Hizo bulerías y unos exquisitos fandangos que sonaron mejor cuando se apartó del micrófono.

Abriendo esta primera parte y cerrando la primera, tuvimos el colorido del baile de Eva Esquivel y su grupo, un buen grupo que marcaba sin fisuras su fría actuación. El baile es algo que también se pierde en los grandes espacios cuando la gente pulula sin parar, cuando el tablao no suena bien, cuando la distancia difumina las formas… Eva trasmitió poco en la soleá por bulerías y en las seguiriyas con las que comenzó su pase, a pesar de entreverle imitaciones de alguna de sus compañeras de baile.

La primera parte, aunque siempre para abrir boca, estuvo más que correcta. Abrió José Fernández que, con su voz laína y su buen gusto, fue muy chaconiano en sus granaínas y en sus caracoles. También haría fandangos y tangos muy aplaudidos. Fernando Rodríguez, cantaor muy morentiano, haría soleá, malagueñas, que recordaban al maestro Caracol, seguiriyas y fandangos.

La jienense Gema Jiménez levantó a los asistentes de sus asientos desde su primera copla por milongas. El bonito timbre de su voz se impuso en los caracoles y en la granaína. Fue como un homenaje a la tierra donde pisaba. Dádiva que continuó con tangos de Granada, en los que se acordó de La Repompa y de Estrella Morente. La ganadora de la Lámpara Minera del pasado año terminó su actuación con los socorridos fandangos festivaleros.

* NOTA: el de la foto es Pansequito (archivo de internet) 

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