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volandovengo

Órganos

Órganos

Mi hijo, en su incontrolada tierna infancia, juega a que yo soy un dragón, una bruja, una enredadera plagada de espinos o algo que hay que derribar, y la acomete conmigo con lo que tenga más a mano entre sus juguetes. Prefiere agredirme con un serrucho de trapo, con pelotas de goma (como los "grises"), con un globo hinchado o con la misma mano desnuda. Yo me cubro y me río viendo cómo representa su personaje, generalmente un príncipe valiente o algún otro héroe, y me dejo golpear hasta que se emociona demasiado, empleándose con verdadera saña, haciendo que sus envites lleguen a doler (por la violencia engendrada, no por la fuerza bruta de esos ataques). En realidad, nos gusta jugar a las "peleíllas".

Cuando me da mamporros por encima de los hombros, me tapo la sesera y le suelto a bocajarro: "en la cabeza no, que es mi segundo órgano favorito". Él no entiende pero advierte la trascendencia de la frase. La saqué de la película "El dormilón" de Woody Allen que, a pesar de ser de 1973, ha envejecido saludablemente. En la comedia de corte futurista, Miles Monroe (Allen) es dueño de un establecimiento de "comida sana" y cuando es operado del apéndice surgen complicaciones y es congelado. Doscientos años después, Miles despierta en un futuro lleno de tecnología. En un momento, después de una persecución, se refugía en una fábrica de desmembración de androides. En la cadena de desmontaje ve que le arrancan la cabeza a los robots que le preceden. Cuando llega su turno, salta exclamado la sentencia antedicha. ¡Feliz ocurrencia!

Estamos acostumbrados a tener una cabeza y una cara con una nariz y una boca y un cuello con una nuez y un tronco y un culo con dos cachetes. Tampoco es novedad reconocer que tenemos dos ojos y dos orejas y dos manos y dos pies, dos pulmones y un solo corazón. Muchas de las películas de ciencia ficción (ciencia aficción, dijo alguien) proponen seres extraordinarios, extraños mutantes, con multitud de órganos (varias cabezas, varios brazos, miles de ojos, o un sólo ojo, etc.).

Sin remontarnos a este futuro incierto, podemos recordar a los dragones, por ejemplo, de tres o siete cabezas (siempre impares, como las rosas), o al can Cerbero con tres cabezas (así se le conoce al portero de fútbol, 'cancerbero', ¿será por sus tres cabezas o por guardar las puertas del infierno?), o a Vishnú que tiene cuatro brazos y a Shiva que tiene tres ojos o a Polifemo que sólo tiene uno...

Sin tener que traspasar los límites de lo real, también podemos hablar de los siameses. Historias que, por lo que conozco, no terminan con buen final. En otra época a estos hermanos tan unidos se los exhibía en los circos y plazas públicas... Un tema que me es tan duro como desconocido.

A lo que quiero referirme es al mundo animal, donde esta duplicidad o multiplicidad es tan natural que apenas reparamos en ella. El ciempiés (sin comentarios); los cocodrilos tienen cuatro párpados; el canguro, según Henry Miler, tiene dos penes, uno para diario y otro para los fines de semana; los octópodos, como el pulpo, alucinan con sus ocho tentáculos (como los candelabros, con tres, cinco, siete brazos, siempre impares, como las testas de dragón, como las rosas, como las Glorias, como las musas)... Aunque lo que de verdad me encanta de este cefalópodo (y lo que más me identifica con él), (más por mi deseo que por mi condición de futuro cadáver -Pirandello, creo-) es que tiene tres corazones, según leí en una prestigiosa revista de naturaleza, de la que, lamentablemente, no tengo la referencia (la leí en la sala de espera del doctor...).

2 comentarios

volandovengo -

Cuando se topa con la Iglesia siempre hay que leer la letra pequeña

Hueso -

Por cierto, ¿sabes que estos días se celebra "La semana Internacional de órgano de Granada"? Y se celebra en iglesias y templos de toda la ciudad, patrocinada por CajaGRANADA. Para que veas, lo que cambian las cosas.