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Festival hogareño en Huétor Vega

Festival hogareño en Huétor Vega

XX Festival Flamenco de Huétor Vega

El décimo festival flamenco que se realiza en Huétor Vega, organizado por la Peña La Parra de esta localidad, ha estado enfocado y presidido por una totalidad de artistas locales, lo que ha redundado negativamente en su calidad, pero ha aumentado en su calidez. Un total de diecisiete artistas y aficionados de la provincia de Granada se dieron cita en los Jardines de Huerta Cercada para ofrecer lo mejor de su cosecha, escasa en algunos momentos. Así, se renunció a una figura de prestigio, a un cabeza de cartel, para dar paso a un reparto coral en el que nadie tiene un protagonismo definido, pero todos cumplían el papel asignado. Se echó de menos, ya digo, un nombre que mantuviera el nivel de un festival de prestigio. Se echó de menos esa figura que atrajera sin condiciones a gentes de todos los puntos.

Con todo y con eso, fue un festival correcto, redondo en muchos momentos, pero sin sorpresas de altura. A pesar de la cantidad de actuantes fue ordenado y dinámico, tanto por la organización como por el presentador, Miguel Milena. Dos temas de cada participante, que además no se repitieron entre sí, acentuó este orden referido y no terminó demasiado tarde, tal y como nos tienen acostumbrados. También se observó algún problema en la sonorización que se fue paliando a medida que avanzaba el evento.

En primer lugar intervino José Fernández, el cantaor con más oficio de los presentados, que hizo alegrías y tangos. Su hijo, de igual nombre, lo acompañaba a la guitarra. Miguel Barroso demostró el buen camino que ha tomado, ofreciéndonos serranas y malagueñas, arropado por José Miguel López. El torrente de voz laína de El Cuchillas se fue por tientos y milongas. Francisco Manuel Díaz a la guitarra. “Fosforito de Láchar”, con su hijo Rubén a la guitarra, ofreció taranto y petenera. “El Niño de la Parra”, cantaor local, se hizo acompañar por sus dos hijas, prudencia (caja) y Ángeles (palmas) y de Oscar Válor a las seis cuerdas, para exponernos un ramillete de fandangos de Pepe Pinto y un rítmico garrotín muy aplaudido.

Para cerrar este primer bloque de cantes y abrir el segundo, salió Mari Carmen, una bailaora, que con sólo 17 años, era todo temperamento y armonía. Tal era su fuerza y entrega que Francisco Manuel Díaz, quien bautizara a Eva como “La Yerbabuena”, le puso el sobrenombre allí mismo de “La Pimienta”. Bailó seguiriyas y alegrías, más previsibles que las anteriores. Su grupo se le quedaba pequeño. La segunda parte, después de este respiro de volantes, lo abrió la única cantaora presente en el encuentro, Ángeles Casado, que interpretó una vidalita tradicional y una colombiana de composición propia. José Gálvez “El Rubio”, aficionado de la Peña, cantó granaínas y fandangos. Álvaro Rodríguez, seguramente el mejor cantaor de la velada, con Rubén Campos a la guitarra, nos regaló bamberas y farrucas. Para terminar, José Cortés “Motriles”, con pellizco, a pesar de tener la voz algo tomada, cerró la noche por todo lo jondo, con soleá y seguiriyas. A este último lo acompañó la exacta guitarra de Rafa Hoces. Se echó en falta, no obstante, un final de fiestas de todos los artistas.

* Fragmento del cartel del Festival (© David Zaafra).

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