Claudia Cruz, una caja de sorpresas
Los Veranos del Corral. IX Muestra de Andaluza Flamenco
Las alegrías con las que empieza esta joven bailaora gaditana su entrega el jueves pasado en el Corral del Carbón no presagiaban de ninguna manera lo que vendría después, lo que daría de sí esta artista en ciernes. Una Claudia Cruz titubeante, nos muestra los aires de su tierra sin ningún riesgo. Sus cantiñas son tan sólo correctas. Bellas, eso sí, pero sin el pellizco necesario que ya acostumbramos a esperar en este foro. Sin embargo, estos primeros pasos fueron la primigenia toma de contacto, un desentumecerse y tomarle el pulso a un escenario que simplemente consagra. Porque, a partir de entonces, sus apariciones van a ser poco menos que sobresalientes. Con un vestuario selecto y un cuerpo que le acompaña, Claudia Cruz será esa pieza de rica orfebrería que cualquier paladar demanda. Es una caja de sorpresas, desde su aparición en los tarantos de Almería, hasta la última patá por fiesta. Claudia es una hilandera que borda con hilo fino. Su baile está lleno de detalles, de guiños aromáticos.
Un cuadro a la medida a sus espaldas, en donde destaca Enrique el Extremeño, daba pie a su lucimiento. De violeta abarca los bailes de levante que acaban por tangos. Su rostro y elegancia es tan sólo superado por el movimiento de sus caderas. La sinuosa espiral de su cintura, semejante a una bailarina del vientre, añade un valor hipnótico a la danza.
Termina esta bailaora, con un original vestido blanco y negro, brindándonos unas bulerías. Ya, totalmente desinhibida, con la complicidad incondicional del público y de su grupo, se permite repetir unos pasos a petición de Enrique, pues los aplausos del respetable ahogaron su entrada en una bulería. Los músicos, dos a dos, rellenaron los descansos de la bailaora. El Extremeño y El Ñoño, a la guitarra, hicieron granaínas, malagueñas (mejor que las granaínas) y fandangos de Lucena. Miguel Rosendo, con su voz afillá, y el guitarrista Ramón Valenti, interpretaron seguiriyas.
Al finalizar, tras la insistencia del público, con sus silbidos y aplausos, tuvieron que volver nuevamente los artistas, que ya se encontraban en el camerino, para contentar a la mayoría con otro poquito de fiesta.
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