La sensibilidad y el coraje en el Corral del Carbón
Los Veranos del Corral. IX Muestra de Andaluza Flamenco
Una continua chicharra afeaba la actuación de Dani Méndez. Y algunos acoples. Y algún duendecillo más. Deficiencias que, confesó el guitarrista, desde el escenario no se apreciaban. Desde el patio, sin embargo, enturbiaba las propuestas del que viene a ser uno de los mejores entre los tocaores jóvenes actuales. Por su técnica, por su versatilidad, por su bagaje, pero sobre todo por su sensibilidad creativa e interpretativa. No obstante, como ya digo, el sonido resultaba algo sucio, y la percusión, moderada de José Carrasco, no hizo más que acentuar este revuelto. Con todo y con eso, el guitarrista de Morón, demostró extensamente sus cualidades, tanto en el toque libre con que comenzó su actuación, como con los tangos y las dos propuestas de bulerías con las que remató el concierto. Entre ambos temas de fiesta, propuso unas preciosas seguiriyas. Todo con resultados excelentes. Si acaso, sus finales pueden parecer reiterativos.El problema del sonido se solucionó en la siguiente parte. Moisés Navarro, un bailaor de raíz, con fuerza y coraje, presentó una soleá con abandolaos para abrir boca. Su taconeo es de vértigo y su porte reconocido. Para terminar, bailó seguiriyas. Una pieza con garra y sabor que misteriosamente conservaba un paralelismo con su baile anterior. El cuadro que lo acompañaba, más deslavazado que nunca, interpretó tientos-tangos. Entre estos dos bailes, para dar margen al protagonista para cambiar su vestuario. Toni Maya, en su estilo de tablao, fue correcto en los tientos que remató, haciendo un homenaje a su tierra, con tangos de Graná, en los que las guitarras de Curro de María y de Carlos Haro no estuvieron a la altura. En realidad supusieron un mediocre acompañamiento, por su descoordinación, en toda la segunda parte. Más le hubiera valido contar tan sólo uno de estos instrumentos. Las palmas de Rocío y Saray, sonaron también algo flojas. Problema ampliamente paliado por Toni Maya que no sólo canta, sino palmea con una fuerza y una velocidad apreciables, y jalea como pocos. Para terminar, un poquito por bulerías, en las que el mismo Toni se dio unas pataíllas.
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