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Son flamenco

Son flamenco

Sacromonte cuna de flamencos

Segundo viernes de fusión en el Museo-Cuevas del Sacromonte. La nueva agrupación de Rubem Dantas, demostrando su buena forma, refrescaron con su música un viernes especialmente caluroso.

Un sexteto compenetrado tanto en la forma como en el seguimiento de su líder indiscutible. Su falta de ensayo y su inmadurez como banda queda paliada ampliamente por su formación y la capacidad improvisadora.

Siendo fusión con el flamenco, sus temas más acertados son los que se alejan de este espíritu.

La cantaora Ana Sola, bien temperada y con un timbre elogioso, queda supeditada al mandato rítmico del conjunto.

Es en el jazz, en el son o en la bossa, donde la voz participa como un instrumento más y donde se logran los más bellos laureles. La dimensión jonda, como digo, queda renqueante por amor al ambiente y por una guitarra que no alcanza el sonsonete flamenco. Siendo José Fernández ‘Petete’ un excelente guitarrista de otras melodías, no alcanza en la soleá o los tangos el contrapunto esperado.

Pero la buena madera siempre arde bien y dispensa su aroma. Así, lo cogido con alfileres si acaso, aparece cosido y bien cosido.

Se presenta el grupo con una soleá que, sin llegar a la bulería, es bastante rítmica y ligada. Rubem, verdadero director de orquesta, dirige con su preciso cajón toda la muestra.

Continúan con Carinhoso, que es un chorinho de principios del siglo XX del genial compositor brasileño Pixinguinha (1897-1973). Destaca claramente en este tema y hasta el final del concierto Joaquín Sánchez con los clarinetes y otros vientos. También tendremos en cuenta al guitarrista israelí Dan Ben Lior, aunque por momentos rellena demasiado; y al contrabajo preciso de Juan Manzano.

En los fandangos de Huelva, con una introducción originalísima con armónica (Joaquín Sánchez), se le reconoce el dominio a la cantaora, sobre todo cuando se tornan valientes por Alonso.

Un tema en hebreo, Jerusalem de Oro (ירושלים של זהב - Yerushalayim shel zahav), que es una canción popular israelí escrita por Naomi Shemer en 1967, demuestra la versatilidad y facultades de Ana.
Después de un breve descanso, la segunda parte se inicia con Só Louco de Dorival Caymmi (1914-2008), uno de los más influyentes cantautores de la música popular brasileña.

El salto al jazz viene como con vaselina al abordar Nardis, un tema de Miles Davis, aunque hay quien se lo atribuye a Bill Evans.

Una composición clásica de Dantas El árbol de Granada marca el ecuador de este segundo pase, que continúa por unos deslavazados tientos-tangos por las razones aludidas, interpretados tan sólo con guitarra y voz.

Ahora el escenario es ocupado por Rubem, con un instrumento llamado sanza o piano de pulgar y la guitarra eléctrica de Dan, rico en escalas, también interpretando un clásico de su repertorio, con el que dan por finalizado el concierto. Aunque, haciéndose rogar más de lo deseado, proponen un bis por bulerías.

* Foto de Raquel Rodríguez©, tomada del facebook.

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