El Destino
Escribía Torrente Ballester que "El Destino es como un río de muchos afluentes, como la red de tus venas, caminos que se recorren por aquí y por allá, se puede retroceder y avanzar, elegir éste o aquel otro, y todos llevan al mar, que es el morir", argumento que entronca con el jardín borgiano.
Posiblemente el Destino esté escrito, pero posiblemente sea como esas novelas que proponen varios finales, como Rayuela, podemos jugar nuestras cartas.
La suerte y nuestras circunstancias determinan este final que debemos ayudar a terminar de escribirlo.
Los budistas creen en la lógica consecución de los acontecimientos, no sólo de una vida, sino de todas las vidas. Todos los seres humanos estamos irremediablemente unidos a la Rueda de la Vida (Samsara) y pasamos continuamente por los mismos cielos y los mismos infiernos hasta nuestro fin relativo, hasta la transmigración de nuestra alma.
Abandonamos esta Rueda (la bestia del uso, que diría José Miguel Ullán), momentánea o definitivamente, cuando alcanzamos el nirvana.
El Destino es el futuro previsible. Es ese fin que puede ser cantado en una saga. Es el renglón torcido de Dios. Alimento para los futurólogos, adivinos, pitonisas, videntes, augures.
El Oráculo de Delfos, todos los oráculos de la antigüedad, eran ambiguos como es Destino, decían algo y todo su contrario, auguraban la felicidad y el más cruento final en una misma sentencia. Siempre, desde luego, tenían razón.
El Destino es cruel o caprichoso, que es otra forma de crueldad. El Destino es como Dios, que aprieta pero no existe.
*Rueda de la Vida
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bukanero -