Durmiendo con su enemigo
Fernando Pessoa escribía a principios de siglo (¿1912?): Senhor, protegeme e amparame. Dáme que eu me sinta teu. Senhor, livrame de mim.
Tengo una amiga que duerme con una máscara de cuero porque se agrede mientras duerme. Amanecía con arañazos y marcas de uñas de su propia mano. Tuvo que hacerse con una máscara de cuero, tipo Hannibal Lecter, por recomendación psiquiátrica, me imagino.
Sin llegar a esos extremos, muchas veces somos nosotros mismos los que menos nos queremos. No nos cuidamos como deberíamos. Nos infravaloramos sin razón.
Una de las particularidades del éxito es estar en paz consigo mismo, ser consciente de nuestras posibilidades, estar orgullosos de nuestra persona.
Walt Whitman escribía en su eterno Hojas de hierba: "Estoy enamorado de mí, hay tantas cosas en mí que son tan deliciosas". Y Baudelaire sentenciaba: "Hay que ser sublime sin interrupción".
Es difícil, no obstante, querernos después de un revés, tras un fracaso, en la caída. Sobre todo si contemplamos la felicidad a nuestro alrededor, el éxito ajeno, la sonrisa permanente, participaciones de la perfección.
Pero, pensemos, quién nos va a querer si nosotros no nos queremos, quién será nuestro amigo si nosotros mismos somos nuestro enemigo.
Hay razones para la tristeza. Hay razones para la felicidad. Pero, nos guste o no, lo único cierto es que vamos a seguir conviviendo con nosotros el resto de nuestra vida.
(También está la cirugía estética).
(¿Y si probamos la cirugía espiritual y nos ahorramos el quirófano y una pasta importante para darnos un homenaje estas fiestas?).
4 comentarios
volandovengo -
conpatines -
volandovengo -
con patines -
Besos