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volandovengo

Señora soledad

Señora soledad

Hace tiempo, en septiembre de 2001, me pedía Jesús un texto sobre la soledad para no sé qué presentación. Así que, a vuelapluma, cogí el papel e imaginé una pequeña escena que aquí reproduzco.

Un hombre se sienta en la cafetería un domingo a media mañana, mira el periódico y pide un café solo. Conoce el precio y paga por adelantado. Cuando termina, se asoma al abismo de la taza, donde unos granos de azúcar, que han quedado sin disolver, difícilmente se abren hueco entre los posos amargos de Colombia.

Dobla el diario, que nadie más leerá, y se lo coloca bajo el brazo. Sin volver la cabeza, abandona la cafetería. Entra en la calle, que está repleta luz, y comienza a caminar.

El bullicio de gente que pasa frente a él, en una soleada mañana de domingo, lo desconcierta. Cierra los ojos. Los vuelve a abrir. Mira, pero no ve a nadie. El hombre está solo. [Rodeado de gente, pero solo.]

El camino recuerda que de su brazo anduvo alguien. El hombre rememora quien le besaba los labios. Sus ojos recuerdan que vieron colores. Sus manos buscan en vano el filo de la nostalgia.

La soledad camina descalza. Se acuesta con los pies fríos. Tiene sed. La soledad nunca está satisfecha.

La soledad empieza por una ese siseante y termina por una esbelta de. Se agarra a la garganta, te anuda el pecho, te desgrana el corazón, te acorrala lentamente, hace añicos tu voluntad. El corazón es muy grande, más si está vacío, si tiene eco.

Hay soledades, sin embargo, que son elegidas, desiertos de luz, bellos silencios. "Los pájaros solitarios, como decía san Agustín, siempre se posan en la rama más alta".

* Texto remitido por correo ordinario a Jesús Herrera el 14 de septiembre de 2001.

9 comentarios

El Pinar -

El otro día estando en el campo conocí a un pastor en Jérez del Marquesado que me llamó mucho la atención. Mi hermana mayor me contaba como era su vida. Tenía unos sesenta años y vivía sólo en un cortijo, aislado, sin luz ,sólo con sus animales (un pequeño rebaño de cabras y ovejas ).Sin embargo irradiaba una sonrisa, un estusiamo por la vida inigulable.
No puedo quitárme de la cabeza.

volandovengo -

Es verdad que la soledad es relativa. Confundimos la soledad con el desamparo, con el olvido, con la miseria, a veces. Somos tan gremiales, estamos tan acostumbrados al ruido, al calor del otro, que no sabemos ya estar solos.

El Pinar -

Gracias Patón, gracias volandovengo.

Conpatines -

Genial, es tan relativa la soledad, a veces se desea, a veces se teme. ¿No crees que es algo que no nos deja indiferentes?

Besicos

Neopatón -

De verdad que es bonita esta ensoñación de la soledad. Enhorabuena, amigo Volador.

Pinar, no dejes de seguir los vuelos de este nuestro amigo poeta, flamenco y apasionado. Te llevarán muy lejos.

El Pinar -

Hola amigo/a
He conocido este enlace, así como otros, através de nuestro entrañable amigo Jesús Lens.
Su relato "Señora Soledad" me ha gustado mucho. Le felicito.
Saludos a todos.

volandovengo -

Me gusta Sabina, joven llanos. Como dice Alfonso, es un pregonero de la actualidad. Está bien resolver el comentario por medio de canciones, aunque un fragmento escogido quedaría mejor, incluso.
Me alegra que le guste, El Pinar, mi pequeño relato. Y bienvenido, creo que nunca hasta ahora ha comentado en este blog.

El Pinar -

Relato estremecedor que al mismo tiempo está lleno de sensibilidad.
Felicidades

joven llanos -

Algunas veces vuelo
y otras veces
me arrastro demasiado a ras del suelo,
algunas madrugadas me desvelo
y ando como un gato en celo
patrullando la ciudad
en busca de una gatita,
a esa hora maldita
en que los bares a punto están de cerrar,
cuando el alma necesita
un cuerpo que acariciar.
Algunas veces vivo
y otras veces
la vida se me va con lo que escribo;
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo
que te arañe el corazón;
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella…, al mar de tu incomprensión.
No quiero hacerte chantaje,
sólo quiero regalarte una canción.
Y algunas veces suelo recostar
mi cabeza en el hombro de la luna
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama soledad.
Algunas veces gano
y otras veces
pongo un circo y me crecen los enanos;
algunas veces doy con un gusano
en la fruta del manzano
prohibido del padre Adán;
o duermo y dejo la puerta
de mi habitación abierta
por si acaso se te ocurre regresar;
más raro fue aquel verano
que no paró de nevar.
Y algunas veces suelo recostar
mi cabeza en el hombro de la luna
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama soledad.

Título: Que se llama soledad
Año: 1987
Letra: Joaquín Sabina
Música: Joaquín Sabina
Disco: Hotel dulce Hotel (1987)

Saludos volando vengo