Detrás
Hace poco una antigua amiga me recordó un poema de juventud.
Decir que tiene veinticinco años es quedarme tal vez corto.
Es uno de los textos comprometidos de aquel entonces.
(No creo que sea un buen poema, pero era serio y verdadero.)
Se lo dediqué a la madre de una amiga que, además de madre, esposa y ama de casa, era algo más.
Detrás de cada hombre que triunfa
hay una persona, o dos, o cien que se esconden;
cien compañeros que trabajan bajo tierra,
en el lodo.
Una mujer que día a día, con sucias y callosas manos,
oculta su cuerpo tras un mandil o un barrigón;
una mujer que limpia el camino para que "él" pase,
que limpia su nariz y espolvorea sus mejillas para su jactancia;
una mujer "anuncio comercial";
hombres y mujeres con las caras manchadas
que se conforman con una sonrisa o con un beso;
mujeres y hombres que se tragan sus lágrimas,
que se comen las migas,
que sufren la indiferencia más atroz;
una mujer asomada al abismo de un fregadero
con el horizonte borrascoso y... cantando.
Detrás de cada número uno
existe el dos y está el tres y un ciento
que le dan validez al primero.
Si no hubiera dos y tres y más,
el uno no sería el "uno", sería el único.
Detrás de cada protagonista hay unas gentes,
quizá no tan blancas, quizá no tan grandes,
que son las que lo admiran,
las que lo aplauden, las que lo ayudan.
Él existe porque ellas existen, él es porque ellas son;
él es grande porque ellas son pequeñas, o se agachan
para no ocultar el fulgor de las estrellas.
Detrás de cada hombre, detrás de una mujer,
de cada niño, del mayor, del jefe, del héroe,
hay una madre que muere mil veces
acuchillada por su hijo;
una madre que llora sangre a cambio de amor,
unos pechos que dieron color a la vida
en su celda de espantapájaros;
una madre que al fin y al cabo es sólo una madre.
Pero por eso y por mucho más
el topo sale de su mina de invierno,
los ríos se desbordan;
por eso se unen las manos de todos los niños
de nariz húmeda y con las manos largas
y con el buche vacío;
por eso todos los ciegos abren sus ojos
y los mil ángeles que tejen el cielo
elevan su puño y vitorean el trabajo anónimo,
el trabajo y los años de esa mujer inclinada,
cargada de niños y de inanes ilusiones anticuadas.
Por respuesta,
ella en sus trapos, seca sus mejillas.
6 comentarios
volandovengo -
La vida es más llevadera con cómplices.
Con patines -
Bonito mensaje, el del poema, no lo conocia te lo voy a copiar con tu permiso.
Bss grandes
volandovengo -
joven llanos -
...
Este es mi destino, al cabo de la calle estoy;
me siento como aquel ladrón que busca su fortuna
en un callejón por donde nunca pasa nadie.
como un burro amarrado en la puerta del baile.
Mi primo, que tiene un bar, desde siempre me ha dicho,
y me consta que todo lo dice de muy buena fe:
tanto tienes, tanto vales, no se puede remediar.
si eres de los que no tienen, a galeras a remar.
saludos volando vengo
volandovengo -
El Pinar -
Muchas veces, esta sociedad,tu propia familia te hace sentir que vales poco, sólo porque eres una simple ama de casa y yo me pregunto: con todo lo que hacemos ¿cómo no nos valoran ? Quizás seamos demasiado fuertes...