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Flamencas en La Zubia

Flamenco tiene nombre de mujer

Por tercer año consecutivo, La Zubia se viste de volantes y celebra su festival “Flamenco tiene nombre de mujer”, haciéndolo coincidir con los “II Cursos Intensivos de Flamenco”, en sus modalidades de cante, baile, guitarra y percusión, con un profesorado de gran prestigio. El sábado, 10 de mayo, tuvo lugar, como digo, este encuentro flamenco que tiene a la mujer de protagonista. Como artistas invitadas, mostraron su buen hacer la jienense, de Jódar, Gema Jiménez, al cante, y la bailaora granadina, de Huétor Tájar, Silvia Lozano. El formato es acertado, el baile abre y cierra la velada y, entre medias, el recital de cante.

Unos martinetes de buena factura en la voz de Sergio Gómez “Coloraíto”, dan paso a las seguiriyas con que Silvia Lozano comienza sus propuestas. El tiempo y la dedicación han hecho de Silvia una bailaora reposada y elegante, con un notorio trabajo a sus espaldas y una recta exigencia. Se nota en su baile la huella de Mario Maya y su impulso definitivo. Destacan su soltura y los detalles. Le acompañan atrás, aparte del cantaor ya citado, Juan Ángel Tirado, también al cante, Alfredo Mesa, un tocaor de evidente progreso, y Miguel “Cheyenne” con la caja, uno de los mejores percusionistas de Granada. Para las alegrías, quizá su baile insignia, se encontraba más relajada. Un baile logrado que acompaña sin aspavientos; con la participación de todo el cuerpo y la sonrisa permanente en los labios, lo cual se agradece.

Gema Jiménez sustituye a Silvia en las tablas. Su bonita y potente voz y sus indiscutibles facultades se imponen de inmediato en el escenario. Su timbre agudo hace que la cejilla de la guitarra de Eduardo Rebollar baile entre el quinto y sexto traste. Su primera entrega va por la ciudad que la acoge. Una agradable granaína llena de melismas sienta las bases de un buen concierto. Sin embargo, su repertorio es conocido, no arriesga demasiado y comienza fría, quizás debido, aunque no es excusa, a la frialdad del público. La hemos escuchado mejor en otras plazas. Los caracoles de Chacón se han convertido en una marca que esta joven cantaora borda. Unas milongas dedicadas al maestro Valderrama continúan su entrega. A la que le siguen unos tangos en los que se acuerda, entre otros, de Fosforito.

Tuvieron que llegar los festivaleros fandangos para que gema se encontrara realmente a gusto. Dos letrillas cantadas con micrófono para cantar otra a boca de escenario. El resultado, la acústica y la reacción del público, le fueron tan favorables que este último fandango se convirtió en tres. La misma fórmula aplicó en sus bulerías finales que, como mandan los cánones, cantó de pie y acompañó con un generoso baile lleno de gracia.

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