El Cabrero, la integridad de un cantaor
IX Semana de la Oralidad
No existe ninguna duda de que José Domínguez Muñoz, El Cabrero, es un cantaor carismático, comprometido, contestatario. Su integridad ha hecho que estuviera presente en Albolote este sábado en la 9ª Semana de la Oralidad, después de haber sufrido una intoxicación reciente que le provocó úlceras en el estómago y el esófago. Así, íntegro y entero, aunque dolido y manifiestamente afectado, dio un recital de mayor calidad humana que artística. Son muchas las virtudes de este cantaor, su potencia de voz, su personalidad, la exclusividad en sus letras, la mayoría propias. Pero también cuenta con algunas carencias como la falta de afinación, que obliga al guitarrista seguirle a la carrera; o una cierta inclinación al mono tono, que no al monótono. Su presencia, de riguroso negro, con sombrero, pañuelo rojo al cuello y camperas; su sencillez sin igual; y, sin ningún ánimo despectivo, su asilvestramiento, contribuyen a esa autenticidad a la que hemos aludido. El avezado guitarrista sevillano Rafael Rodríguez Hidalgo, con su experiencia y versatilidad, lima como pocos las aristas de este cantaor. De este tocaor, El Cabrero dijo que era un lince, “no como yo, comparó, que soy una máquina oxidada”.
El Cabrero tiene sus seguidores que buscan algo más que la queja, la belleza de la jondura. José Domínguez ofrece además el inconformismo y la denuncia. El Cabrero, lejos de explotar su éxito, ya mítico, sigue siendo cabrero, con sabor a monte y olor de hoguera.
En Albolote nos presentó su último trabajo discográfico, “Por los caminos del viento”, una incursión en el tango porteño, en el que modifica hasta su acento, encajando a la perfección con esta Semana de la Oralidad dedicada a “España y América, un camino de ida y vuelta”. En este cedé rememora de los temas clásicos como “Mi Buenos Aires querido” o “La canción de Buenos Aires”, también canta canciones criollas, milongas que en su voz adquieren algo más que un hermanamiento con los sufrimientos de nuestros hermanos al otro lado del charco, seguiriyas y soleares. Como muestra, en el recital en el recital interpretó los tangos “Guitarra mía” y “Hopa, hopa, hopa”; la rebelde milonga “Como el viento de poniente”; y las seguiriyas aludidas. También, cómo no, sonaron sus personalísimos fandangos y más fandangos, y algunos alosneros, y sus martinetes, donde se evidenciaron jadeos de pura convalecencia. Igualmente dificultosa fue su farruca, con algunos roces en la garganta. Otras canciones muy aplaudidas fueron el clásico “Luz de luna”, con ritmo de bulerías y cadencia de milonga; el “Carcelero” caracolero, poniéndose respetuosamente de pie y subiendo el micro a una silla (“yo no soy mecánico”); “Sone flamenco”, un soneto de Borges, con música de Alberto Cortés; o las bulerías “Semblanza al macho montés”.
* Foto: © deflamenco.com
4 comentarios
volandovengo -
carlos santana -
Saludos cordiales
volandovengo -
El Pinar -
PD: Gracias por dejar la herramienta de voz.