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volandovengo

La calle herida

La calle herida

Como quien busca la vena propicia para extraer sangre, como si siempre dieran con el mismo vaso venéreo, junto a mi casa, por el camino que me lleva y me trae del trabajo, una misma calle siempre se abre en canal para meter no sé qué tubos, no sé qué cables, que ya van cuatro incisiones en el mismo carril en poco menos de tres meses.

Es una calle reciente, como todas las que me rodean, que no ha mucho era un descampado. Una calle más ancha que las demás. Se diría una vía principal dentro de la limitada periferia.

Aristóteles es su nombre, e ignoro si la han inaugurado oficialmente. Lo que sí sé es que las casas unifamiliares, adosadas (¿adobadas?), que la orillan ya están habitadas y ella, la calle, perfectamente asfaltada, arcenada y acerada, con sus peraltes, sus líneas continuas y discontinuas y sus pasos de peatones, donde rodaban felices y despreocupados vehículos de todas las clases ajenos a las prospecciones venideras.

El caso es que, una vez sellada y en pleno funcionamiento, se abrió de nuevo. Desviaron el tráfico y los peatones con flechas, señales y vallas. A los días se volvió a cerrar, dejando en evidencia sus cicatrices, parches en el asfalto, badenes involuntarios. Para volverla a abrir y después otra vez cerrar. Y otra más. Y ahora que ha sido levantada esta semana, para el metro, creo.

No esta mal que se mejoren las infraestructuras. Pero dentro de un orden. ¿Es que no se puede meter la luz, el agua, el teléfono, la fibra óptica, el alcantarillado, las minas antipersona y las toperas en una misma acometida? Es como quien se acuesta y se levanta para miccionar y se acuesta de nuevo y se levanta para lavarse las manos y se acuesta y se levanta para comer algo y se acuesta y se levanta para lavarse los dientes...

No sé quién ni dónde proponía hacer unos pasadizos debajo de las calles, una especie de cloaca máxima que, en forma reticular, recorriera la ciudad entera. Unos pasillos, no muy grandes, a manera de catacumbas, con puertas estratégicas que permitieran su entrada, para evitar los trastornos de las obras.

Bien señalizados, con planos, iluminación y ventilación, estos corredores facilitarían toda clase de incursiones en el subsuelo sin tener que intervenir, sin necesidad de horadar, sin las molestias de circulación, medioambientales y estéticas que suponen estas actuaciones. Sin contar el derroche de dinero que presiento que pagaremos todos los contribuyentes (aunque si es por dar cuartelillo a los obreros en estos tiempos de crisis, tendríamos que repensarlo).

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