Rafaela Gómez, despegue en solitario
Patrimonio Flamenco
A ver. El éxito de La Chumbera, además de estar situada en el barrio emblemático, gitano y flamenco del Sacromonte, es indiscutiblemente su precio popular. Los artistas que pasan por su escenario puede que no sean de primera fila, o puede que todavía no sean de primera fila, pero están llenos de verdad, acuden a darlo el todo por el todo. Ya teníamos ganas de escuchar a Rafaela Gómez en solitario, defendiendo todo un recital sin que se advirtiera en demasía su especial característica, que es la del cante atrás. Rafaela pasa por ser una de nuestras mejores exponentes para cantar y jalear el baile. Algunas incursiones, no todas afortunadas, ha tenido cantando a boca de escenario. Incluso como protagonista. Pero quizá es la primera vez que toma conciencia de una soledad anhelada y sube al carro del cante por derecho. El aprobado es alto. Sin embargo, algún contratiempo se evidencia. En primer lugar, Manuel Fernández, a la guitarra, no le va a la zaga. Rafaela no necesita un guitarrista por bueno que sea, como demostró en la taranta que tocó en solitario y en algunas falsetas en las bulerías y en los tangos. Lo que esta cantaora necesita, corredora de fondo donde las haya, es un tocaor o dos tocaores con empuje, que les hierva la sangre como a ella y que le den pie a mantener sin merma su fiesta particular. El cajón de El Moreno, dentro de su excelencia, se imponía más de lo necesario, quizá por esa carencia de sonanta.
Rafaela entra con un martinete a viva voz, sin micrófono, donde expone sus condiciones. Está más moderada que de costumbre, lo cual se agradece. No fuerza la voz. Espera que el pellizco la desgarre. Es 22 de noviembre, día de los gitanos andaluces, y, aunque ya tuvieron su festival en este mismo escenario hace unos días, la actuación de esta familia gitana sirve de homenaje. La madurez artística se comienza a entrever cuando se entona por levante y en los fandangos de Huelva y en los tangos de Granada, que son auténticos tangos del Camino, y no como en otros cantaores que su fallido intento se acerca más a los tangos de Málaga, e incluso a los de Triana y Cádiz, que a los de la tierra. Lástima que la guitarra fuera tan sólo un bosquejo.
Una grata sorpresa, como remate final, fue contemplar a Benjamín Santiago El Moreno abordando un baile completo. Ya lo habíamos visto en ocasiones anteriores dar sus acertadas pataíllas por bulerías, pero es la primera vez que actúa como bailaor oficial. Su baile es autodidacta e inteligente, aunque a veces deslavazado. Como buen percusionista, está sobrado de compás. Tanto tiempo acompañando a los bailaores, ha cogido un poquito de cada uno y, con sus facultades personales, hace agradable las alegrías y bulerías con las que acaban. No le vendría mal a este joven bailaor buscarse maestros, pues parte con una buena base.
* La sala La Chumbera se llama así por razones evidentes. Estas plantas crecen por todo el Sacromonte. Los tangos de Graná son también conocidos como tangos del Camino, tangos de la penca o tangos de la pita (que son dos sinónimos de chumbera). Una gran representante de nuestros tangos es Marina Heredia, sin discusión.
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