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Víctimas y verdugos

Víctimas y verdugos

Son los noticiarios actuales (prensa, radio, televisión, Internet) heraldos de la muerte. No hay nada para amargarte un día mediocre, bueno e incluso sobresaliente que estar informado sobre el día a día. La realidad supera la ficción y la muerte, el abuso o el crimen se instalan en nuestras casas impunemente y convivimos con ellas como si estuviéramos visualizando continuamente una película de serie be o directamente de terror.

Entre las noticias más escabrosas que existen (por no decir repugnantes), además de los crímenes machistas, la violencia de sexo, considero los abusos a menores, la violencia gratuita contra seres indefensos cuyo único pecado es su inocencia.

No sé si se lo dije o lo pensé únicamente. A raíz de una noticia televisiva sobre un incidente de acoso escolar, eso que se ha dado en llamar bullying, quise que mi hijo en tal extremo fuera más bien el acosado que el hostigador.

Se me pone la piel de gallina sólo de pensarlo. Ojalá exista una manera de detectar y detener esos abusos antes de que se produzcan. Pero el conato, me temo, está dentro de cada cual. Ya lo popularizó Hobbes en el Leviatán: Homo homini lupus ("el hombre es un lobo para el hombre"). Y no creo que los niños sean especialmente crueles, quizá tengan menos conciencia del alcance de sus acciones, quizá se encuentren protegidos por la nebulosa nietzscheana de más allá del bien y del mal, superlativizado en todo caso con el devenir de la vida y, repito, la violencia gratuita de sus mayores servida en bandeja argentina a diario por los más elementales mass media.

Creo que fue el iluminado Coelho quien recogió algunos de los cuentos de los Padres del Desierto del monasterio de Sceta, cuando las gentes, después de renunciar a los bienes materiales y de una ascética temporada en el desierto, expandían en el templo algunas de sus enseñanzas, tanto de su experiencia inmediata como de su vida anterior.

Conocida como El hecho, he aquí uno de esos cuentecitos morales:
“Mattheu Henry es un conocido especialista en estudios bíblicos. Una vez, al volver de la universidad donde daba clases, fue asaltado. Esa noche, él escribió la siguiente oración.
Quiero agradecer, en primer lugar, porque nunca había sido asaltado antes. En segundo lugar porque se llevaron mi billetera, pero me dejaron la vida. En tercer lugar, porque aunque se hayan llevado todo, no era mucho. Finalmente quiero agradecer porque yo fui el asaltado y no el que asaltó”.

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