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Un pasito más

Un pasito más

5º Festival Flamenco Joven de Huétor Tájar

Con el escaso presupuesto que se desprende de un tiempo de crisis, pero con buena voluntad, la localidad de Huétor Tájar ha afrontado su quinto Festival Flamenco Joven con resultados satisfactorios.

La Orquesta Chekara de Tetuán se va abriendo paso entre nuestro mundo flamenco recordándonos que hablamos el mismo lenguaje, aunque desde la otra orilla. Con más de cincuenta años a las espaldas y un luengo currículo de colaboraciones flamencas, esta agrupación hereditaria comparte su arte con un grupo de jóvenes flamencos con los que recientemente ha grabado un disco. Su propuesta, en cualquier caso, en un pueblo de tradición ortodoxa, tardó en enganchar. Fue necesario el fraseo tan gustoso por tangos extremeños, con guiños morentianos, del cantaor sevillano Vicente Gelo para empezar a convencer de las bondades de esta fusión.

El sonido, sin embargo, no estaba bien. Una continua chicharra afeaba su labor. Para la farruca interviene la bailaora Lidia Valle, verdadero elemento catalizador de este mestizaje. La guajira, con momentos de garrotín, se alarga alternando ambas lenguas. Sin embargo, la soleá por bulerías vuelve a recuperar un ritmo que nuevamente rellena de color Lidia con sus buenas maneras. No obstante, echamos de menos a Mari Ángeles Gabaldón y su dulzura, como acompañante habitual del grupo. Como también notamos el cambio del guitarrista Raúl Cantizano por Javier Gómez, sin desmerecer a éste último.

Su penúltimo tema fueron unos cantes abandolaos que interpreta, como artista invitado, Juan Pinilla, hijo predilecto de esta localidad del Poniente granadino. Y, para finalizar, unas seguiriyas dulcificadas hacen que se luzca nuevamente la bailaora sevillana con vestido rojo de cola.

Su habitual fin de fiestas con “La Tarara”, por problemas de tiempo, brilló por su ausencia.

La segunda parte fue un éxito anunciado. Silvia lozano, también hueteña, nunca había participado en este festival. La bailaora entró por la puerta de la justicia y salió por la puerta grande. Rodeada de un cuadro especialmente inspirado, su baile fue delicado y rotundo. Unas bulerías de guitarra y compás presentaron con letras mayúsculas al tocaor Alfredo Mesa. Si el sonido afectó a la Orquesta Chekara, para estos nuevos músicos constituyó un problema grave, precisamente por abusar de los graves. La guitarra sonaba ronca pero la caja, siempre tan ajustada de 'El Cheyenne', era un bombo molesto.

Apuntando farrucas se desperezó Silvia para demostrar en levante que somos testigos de su mejor momento. Lozano, una corredora de fondo, se ha puesto en un lugar de privilegio marcando una línea madura, lo que en flamenco quiere decir un baile personal. Uno de los momentos cumbres de la noche lo protagonizaron Sergio Gómez y Juan Ángel Tirado cantando por martinetes. Unas tonás redondas y llenas de queja que el público supo agradecer. La generosa entrada de percusión de Miguel ‘El Cheyenne’ por seguiriyas, a la que seguidamente se le añadieron el resto de los músicos, dieron pie a Silvia para reafirmar su poderío.

* Silvia Lozano, en la foto (extraída de su blog)

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