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volandovengo

El beso robado (y 4)

El beso robado (y 4)

Mario

Vaya noche más completa. Salía yo con un mosqueo de mi casa. Había vuelto a suspender todo. O sea, todo lo que tenía entre manos. La Estadística, que me presentaba ya a la tercera convocatoria, y no hay forma de sacarla. Si es que no la entiendo. Por más vueltas que le doy, es imposible. El carnet de conducir tampoco lo he aprobado. El teórico, porque cuando me examine del práctico, no voy a tener ningún problema, llevo cogiendo el coche de mi padre desde los dieciséis años. Y, para colmo, suspendí también con una chica. Una cita a ciegas que nos organizaron los compañeros. Mira que les dije que no iba a funcionar. Quedamos para tomar café. No estaba mal. Sus ojos eran sobresalientes. Pero empezamos a hablar y no encajamos. No teníamos casi nada en común. Intercambiamos los teléfonos. Que nos llamaríamos en otra ocasión. Yo sabía que no me llamaría nunca más. Yo, tampoco la llamaré. Cuando coincidamos, le propondré empezar del principio, como si no nos conociéramos de antes. Que, en el café, yo no era yo. Bueno, sí que era yo, pero no me comportaba como yo habitualmente. También sé que ella quiso impresionarme. Se maquilló más de la cuenta para mi gusto, y se puso un vestido palabra de honor, creo que le dicen, con los hombros fuera, que parecía sacada de una película de adolescentes norteamericanos el día de su graduación. No creo ni que fuera cómoda con él. ¡Lo que hacen las mujeres! No pegábamos ni con cola. Además, en vez de hablar de todo un poco, y, sobre todo de ella, que es lo que les gusta, comencé a largarle todos mis problemas y mis fracasos recientes. Se agobió. Y yo me agobié por su agobio y por mi estupidez. Quise arreglarlo comprándole una rosa de esas que venden por los bares. Que a mí no me compres eso, me dijo, delante del indio y todo. Que yo estoy en contra de la explotación y la doble moral de los gobiernos. Que no entendemos el problema real de la inmigración. Que si tal, que si cual. ¡Qué espectáculo! Vestida de merengue y con ese discurso. No sabía qué era mejor, si comprarle la flor o no, si comprarle todo el ramo o salir corriendo. ¡Pies, para qué os quiero! Además, no tenía nada que ver con ella. Esa estampa no me pertenecía. Lo mejor fue despedirnos en la puerta de la cafetería sin ponernos excusas si quiera. Los dos estábamos deseando que se acabase todo. Me fui destrozado. Por todo y por lo absurdo de la vida, de las cosas que pasan. Debería ser tan sencillo en cambio. Busqué a algún amigo y no encontré ninguno. Después de más de una hora de dar vueltas entré en un bar y me tomé dos cervezas para recuperarme. Después visité a un amigo en su garito. Allí siempre me tomo dos más y él me invita a otras tantas. Con el pico caliente, seguí cerveceando un rato más, hasta que cogí mi bolsa y decidí retirarme. En ese momento todo me parecía anecdótico, todo había tenido su gracia. Lo del suspenso de Empresariales, lo del carnet y hasta lo de la cita a ciegas con el merengue comprometido. Al pasar por una esquina camino a casa, veo a dos discutiendo y a otra más allá. Tenían una cara de cabreo que me daba risa. Que sí, que no. Que no, que sí. Y, cuando llego a su altura, ella dice que le daría un beso al primero que pasara. Miré hacia el lado, hacia atrás y yo, no sólo era el primero en pasar, sino que era el único. Sin pensarlo dos veces (después del día que llevaba no me iba a poner a pensar en las consecuencias), solté mi bolsa, cogí a la chica por la cintura y junté mis labios con los suyos. Ella también me devolvió el beso. Me cogió la cabeza y su beso me supo a gloria. Acto seguido, la mano recia del chico se estrelló en mi cara con tal contundencia que me tiró al suelo. Sin embargo, no perdí la sonrisa.

 

6 comentarios

volandovengo -

El Pinar, como digo, no deja de ser un experimento. Me alegra que te guste, como a otros. Lo que me anima a seguir publicando cuentos. A ver si encuentro un lector menos robótico y lo cambio.

El Pinar -

Hola Jorge:
LLevo tiempo sin visitar tu espacio. Me ecuentro con un cuarto capítulo de un texto bastante intrigante; tengo que empezar por el primero!!!.

He copiado el texto para transformalo en voz,me gusta que me lean en voz alta.
Es extraodinaria esta herramienta que nos ofreces, aunque la voz sea artificial.

Un saludo

Pinar -

Hola Jorge:
LLevo tiempo sin visitar tu espacio. Me ecuentro con un cuarto capítulo de un texto bastante intrigante; tengo que empezar por el primero!!!.

He copiado el texto para transformalo en voz,me gusta que me lean en voz alta.
Es extraodinaria esta herramienta que nos ofreces, aunque la voz sea artificial.

Un saludo

volandovengo -

Me alegro que hayas disfrutado, David. En cuanto a lo de un último capítulo, Jesús, en principio lo veo difícil, además de que he contado lo que pretendía (cuatro puntos de vista de un acontecimiento), porque me voy mañana a Turquía. Aunque, quién sabe... porque: ¡Estambul te da alas!

Jesús Lens -

Siempre me dicen que, en mis escos cuentos, parece como que falta algo. A mí me gustan los finales abiertos y éste es magistral. Pero creo que coincideré con todos los lectors en que esta historia pide un quinto capítulo... a voces.

David -

Magnifico!!!!