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El Corral del Carbón se viste de volantes

El Corral del Carbón se viste de volantes

La Moneta y Rafael Estévez abren Los Veranos del Corral

Para los amantes del flamenco en todos los rincones de la tierra, decir Los veranos del Corral del Carbón es emplazarlos para una cita inexcusable que, durante catorce días, nos traerán a Granada lo más destacado del flamenco joven existente.

Los veranos del Corral, que cumplen once ediciones, vienen a ser, por su longevidad y sobre todo por su calidad, los encuentros más serios y prestigiosos del flamenco en nuestra ciudad. Desde 1998, durante los meses de julio y agosto, se viene desarrollando en pleno centro de Granada una muestra de flamenco de alta gradación. Lejos de pensar que sea un espectáculo veraniego para turistas y ociosos, es un festival para aficionados de todas las latitudes. Aunque también, justo es decirlo, una buena parte de los asistentes al patio del Corral son visitantes esporádicos, una gran parte de ellos son seguidores fieles que año tras año se interesan por el estado actual de nuestro arte. Porque los encuentros se han convertido en un verdadero escaparate idóneo para tomarle el pulso al estado actual del flamenco incipiente. Hay quien, incluso, hace coincidir sus vacaciones en Granada para asistir a este evento. Este año además, las localidades están numeradas, y las reservas se pueden hacer on line, dada la aceptación general, que llega a ocupar de media el 90 por ciento del aforo.

En toda España se reconoce este festival como el más importante de su especie. Muestras veraniegas, aparte de las festividades de los pueblos y poco más, no hay muchas en todo el territorio andaluz, y monográficas, como ésta, mucho menos. Los seguidores del flamenco, desde hace más de una década estamos de enhorabuena por poder contar con estos días de flamenco joven, puro y de vanguardia. Pero también son los mismos artistas los que están orgullosos de haber participado, por haber inundado con su arte las tablas del Corral. Y ya son ellos los que llaman para buscarse un hueco en una programación cada vez más extensa y refinada.

Sus comienzos, como es lógico, fueron más recortados. Quizá con un solo día a la semana. Pero siempre con la misma intención de dar a conocer a los artistas que despuntaban en toda Andalucía y darles un impulso que se ha convertido en definitivo en sus carreras. Pues, desde hace bastante tiempo, encontrar en el currículum de cualquier bailaor su presencia artística en Los Veranos del Corral, es un punto de luz en su expediente, es un aval de categoría y de sensible riqueza.

Bastantes de los que empezaron a hacer sus primeros pinitos, por decirlo de alguna forma, en el escenario de la alhóndiga andalusí, son ahora primeras figuras del flamenco nacional. Mencionar nombres siempre es arriesgado, pero todas las bailaoras y bailaores que se me vienen a la cabeza menores de treinta años, han pasado o los hemos conocido en estos veranos granadinos.

Durante los últimos años, se incorporó la guitarra en esta muestra. Ya no sólo es el baile quien tiene que decirlo todo. La perentoria calidad de los jóvenes guitarristas encuentra su espacio en el festival. Es la primera vez en la historia que contamos con tan nutrido grupo de tocaores virtuosos. La guitarra es la modalidad más dúctil del flamenco y que con más facilidad ha asumido las demás músicas, se ha fundido, de forma natural, con aires venidos de América, África y Asia, creando un corpus tan interesante como necesario. Por primera vez podemos contar con más de una veintena de guitarristas de concierto que tienen mucho que decir en el futuro del flamenco.

El pasado año, se subió al carro también el cante. Al baile interesante y vanguardista de los últimos tiempos y a la guitarra orbital, se le suma ahora la participación de la voz como piedra angular en nuestro patrimonio. El cante que es, por definición y raigambre, lo más anquilosado en el flamenco, avanza igualmente en su puesta en escena y ejecución, en su fraseo y acompañamiento. Las voces rotas y desafinadas de antaño, genéricamente se van dulcificando y exigiéndose un mínimo de afinación, de control modular y de conocimiento. La voz ha sido, como el vino del lugar, “lo que da la tierra”. Ahora es raro el cantaor que no se cuida y estudia, el cantaor que prefiere la botella de agua en el escenario en vez de su copa. Ahora el cantaor se puede hacer arropar, además de la guitarra, con percusiones, piano, flauta o violín, por ejemplo.

Así, este verano, desde mañana lunes hasta el 14 de agosto, tendremos una muestra completa de baile, cante y guitarra, que con los nombres genéricos de "Muestra Andaluza de Baile", "Grandes Voces del Flamenco" y "Guitarras en el Corral", respectivamente, darán color a las noches granadinas. Cada velada, por lo general, será un encuentro entre la juventud y la veteranía, entre la innovación y la ortodoxia, entre mundos tan diferentes y, al mismo tiempo, tan complementarios como la guitarra, el tacón y las cuerdas vocales. Veremos en uno de estos días el cante veterano del octogenario Manolo Osuna junto con el baile exquisito y novedoso de Leonor Leal; veremos la guitarra consagrada de Miguel Ángel Cortes con el baile puntero de Patricia Guerrero; tendremos en fin a la jovencísima Alba Heredia, el imprescindible cante de ‘La Susi’, a Pastora Galván o a Cancanillas.

‘La Moneta’, verdadero icono de esta serie de recitales, que las dos últimas ediciones cerró el ciclo estelarmente, esta noche lo abre, junto al bailaor onubense Rafael Estévez, con un montaje ad hoc que promete ser único y maravilloso. Manuel Liñán, para el sentir de muchos, el mejor bailaor y coreógrafo del momento, cerrará estos encuentros, que estarán enriquecidos con talleres de danza, ofrecidos, con la colaboración del Carmen de las Cuevas, en las instalaciones del Centro Cultural Caja Granada Memoria de Andalucía y con mesas redondas semanales sobre el estado actual del flamenco, centrado en la provincia de Granada.

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