Málaga recupera el pulso en el Corral
Los veranos del Corral. XI Muestra Andaluza de Flamenco
Después de unos días de altibajos, dentro de la excelencia, el miércoles se recuperó el pulso en el Corral del Carbón, de la mano de dos artistas malagueños. Cancanilla de Marbella fue el encargado de abrir la noche con su compás y gracia. Estuvo acompañado de Chaparro y Salaíto, dos guitarras escuetas, aunque de gran sonoridad, y de un palmero, El Kiko. Este cantaor, con personalidad estética y amplios conocimientos, comenzó con soleá por bulerías. Cancanilla, alejado de nuestros escenarios, nos viene a mostrar su cante en plena madurez artística, cuando su dominio de la escena es absoluto. Continúa por tientos-tangos y por seguiriyas, descubriendo su escuela mairenera. En las bulerías finales hace un despliegue irrefutable de poderío y sal. Se acuerda de Caracol, con el que trabajó un tiempo, y alarga su “pataílla” como un valor propio de gran tonelaje.
Ramón Martínez tuvo un comienzo frío, quizá soso. El público tampoco supo reaccionar al cambio de registro del De Marbella a este bailaor. Los abandolaos no llegaron a convencer. Su baile por seguiriyas supuso un salto. Con una técnica impecable y una estética que se vislumbra claramente, falta o sobra algo. La expresión del rostro incluso no le acompañaba. Pero con las alegrías se abrió la caja de las sorpresas. Estamos ante un bailaor de prestigio, que rellena el escenario con un lenguaje personalísimo. Ante el despertar del patio de butacas, Ramón también se crece y ronea como nadie y vacila como él solo, porque puede (porque yo lo valgo). Su cuadro también disfruta, se anima y se muestra a la altura. Dentro de los momentos gloriosos de esta Muestra de baile flamenco, las alegrías de Ramón Martínez ocupan, desde que las vimos, un puesto destacado.
Sus músicos, como digo, van a la zaga. El incuestionable Juan Requena, con una sensibilidad especial a la guitarra; los cantaores José Carmona y José Valencia, manteniendo óptimos los niveles y mostrando su buen hacer en solitario con una soleá por bulerías y unas malagueñas, respectivamente; y la precisa percusión de Israel Catumba.
En definitiva, una noche redonda como pocas, donde disfrutamos como nunca.
* Ramón Martínez (© Paco Sánchez).
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