Con restos o sin restos
Ya han arreglado el camino, pero, desde 1974, un grupo de gitanos de Granada, capitaneados por Curro Albayzín, se desplazan todos los 18 de agosto, por pedregales, barranco abajo, a la tumba de Federico para rendirle homenaje. Son decenas de flamencos, políticos y ciudadanos los que se suman a esta iniciativa. Entre todos se recuerda al poeta, como mejor saben hacerlo, cantando, bailando y recitando sus poemas. Es una noche con principio pero sin fin. Y, con la aurora, se recoge la manta para el próximo año. Y, con el día, queda el recuerdo. La hondonada, la fosa donde se cree que esta Lorca, con cien más, con mil más, se llena de nardos, que compiten con la pobre floresta, y se llena de velas, que se reflejan en un cielo especialmente cargado de estrellas. (Algunas fugaces parece que aplaude una letra o un aleteo de brazos.)
Es una romería tan específica como anónima donde se brinda por la palabra, por la libertad, por la república. Y se llora por dentro con un ruego común, que no vuelva a pasar. No volvamos la espalda a nuestros hijos, a los que hablan diferente, a los de otro color.
Parte de los artistas que intervinieron en el festival de Víznar siguieron aportando su verdad en el barranco. Muchos otros unieron sus voces a la velada que se estruja. Una velada que tiene horizonte. Por el viento aparecen los huesos del poeta, las excavadoras que removerán la tierra y la memoria, para bien o para mal. La ceremonia puede acabar. Las preces mueren a falta de ara. Pero ¿hace falta una tumba o una idea? ¿Hace falta una imagen o una fe? Con restos o sin restos, a Federico le cortaron las alas, le apagaron la luz, el 18 de agosto de 1936.
* Curro Albayzín (foto de archivo. © Jesús Montoya).
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