La estela escarlata
Museo Cuevas del Sacromonte
Familias flamencas: ‘Los Coloraos’
El Museo Cuevas del Sacromonte nos recibe con mejoras considerables. Asignaturas pendientes imprescindibles, como la luz y el sonido, empobrecían la muestra. La sonoridad está ajustada y, aunque no suena por igual en todo el recinto, generalmente es notable. En cuanto a la luz, se ha optado por una iluminación fija y definitiva. Los focos de color inciden sobre el blanco sin perturbar una escena diáfana. Son buenas nuevas que nos predisponen a disfrutar de una velada que promete: la familia de ‘Los Coloraos’. Su estela escarlata.
El anhelo no se hace esperar. Llega en forma de cante primitivo, sin acompañamiento. Comienza con gusto Sergio Gómez ‘El Coloraito’ entonando unos martinetes que, a continuación, son contestados por la voz templada del padre, Antonio Gómez ‘El Colorao’, cantando por tonás. A esto le sigue una debla a dos voces bien compenetrada.
Sergio, después de esta entrada, ocupara la primera parte. Su cante es melodioso y bien modulado, creativo y agradable. Es importante cómo ha sabido adaptar el cante a sus facultades y no al contrario. La guitarra de Rubén Campos se adapta a sus melismas. Hará vidalita y alegrías, será personalísimo en la farruca y acabará por bulerías. El aire de la velada lo pone Raquel Heredia ‘La Repompa’, con unos pies limpios y acompasados, bailando bulerías. Conociendo el poder de sus tacones, los brazos ocupan un segundo lugar.
Tras el breve descanso, Antonio Gómez toma la palabra, abriendo por marianas, como ya habitúa. Es de admirar la buena forma de su voz, por la que no pasa el tiempo. Sus palos fuertes, donde es sabio, son las soleares y las seguiriyas, que las interpreta con generosidad, separadas por tangos de por medio. En su rumba exitosa “Mi mama”, Sergio hace la segunda voz. Cierra por bulerías, antes de dar paso de nuevo a la impecable Raquel bailando por alegrías.
A un regalo final por fiesta, con todos los artistas, se une Ana Gómez, otra de las hijas, ofreciéndonos una saludable pataílla.
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