La hija y su camino
Estrella Morente no es sólo la hija de su padre, sino también la hija de Granada, por su nacimiento, por el cariño que le profesa su paisanaje y por la voluntad que ella pone en arrellanarse en su regazo.
Como tal hija llegó a su madre a vaciarse y a triunfar, a llorar por la ausencia y a reír por el presente, puerta indiscutible del futuro. Granada, como buena madre, se muestra incondicional, emocionada, llorosa y permisiva, a pesar del precio sensiblemente elevado de su presencia.
Con todo y con eso, novecientas almas (medio aforo) caldearon la sala García Lorca del Palacio de Congresos el pasado viernes. Con todo y con eso, los demas hijos de la ciudad (¿sus hermanos?) se mostraron también generosos y llenos de orgullo por su princesa.
Ella, puesta a agradar, concibe una puesta en escena grandilocuente y comparece bien arropada (excesivamente, para mi gusto). Luces, humo, decibelios… La expectación está creada.
Un primoroso disco de estudio, Autorretrato, se va desmenuzando con el hándicap de remedar la excelencia de la grabación, con la tranquilidad de contar con un directo fresco y un pasado de escena.
La concesión al flamenco, lo sabemos, no es otra que la concedida al son cubano, al pop, al jazz… Son los caminos de Estrella, más que una búsqueda un destino, donde la sombra de Enrique planea.
Estrella sube a las tablas desde el patio de butacas, mientras los acordes de Michel Nyman en off apoteósicamente la reciben. Recorre los muchos metros que la separan de sus músicos desde la puerta del fondo, dándose un baño de gentes, de sus hermanos que la aclaman. (Se irá de igual manera.)
Su cuadro toma la iniciativa y el piano y el bajo eléctricos sustituyen al músico inglés para acompañar a la granadina en su decir del Pregón de las moras, para seguir con el hermoso siguiente tema sinfónico, Le di caza al alcance, un poema de san Juan de la Cruz, musicado por Michel Nyman. Una joya que en directo no desmerece.
Relajado. Con buen presencia de ánimo me dispongo a escuchar La Habanera Imposible de Carlos Cano con aires buleros y coda final, aunque las guitarras de los Carbonell no son la misma que la de Vicente Amigo que interviene en el trabajo discográfico.
La parte más flamenca del espectáculo vino con la soleá-petenera, con unas granaínas muy de su gusto, y con las enormes Seguiriyas de la Verdad, llenas de esos pellizcos y juegos vocales, de mediotonos y acentos, rubricados por los Morente.
Un solo de percusión y después un potpurrí en la guitarra de Montoyita que desemboca en La Estrella, de Enrique, dan tiempo a la artista para que se cambie. De un blanco impecable aborda con emoción este legado de su padre, que es su recuerdo, pero también es ella.
En un sueño viniste también es heredado de su padre. Este gran poema de Al-Mutamid de Sevilla, en traducción de Miguel Haguerty, lo grabó Morente en 1983 (Cruz y Luna) y ahora es cien veces versionado.
Y de la canción flamenca pasa a las sevillanas. A Lola Fores recoge algunos éxitos de la jerezana y de su hijo Antonio. Y de la capital hispalense desemboca en cuba con una rumba que corean cuatro voces a sus espaldas, más estridentes que eficaces, más disonantes que alentadoras.
En los tangos se acuerda de su padre. Comienzan por Tienes la cara y acaban bailando, con ese gracejo tan granaíno, por entre el público, su público.
Para terminar vuelve a las tablas con la Canción del Bembón, con la que se despide como la estrella que es.
* Foto: Antonia Ortega©.
1 comentario
Miniñasellamaestrella -
Estrella desde pequeña ha sido estrella. El padre, en cambio, no se encontraba a gusto con esos fastos...
Además, Estrella tiene mucho de folklorismo (desde chica). El padre no. Ni la madre.
Y luego, el matrimonio con un torero.
Cuando me contó que empezaba a tontear con el Conde, le dije: "Estrella, por favor, no. Flamenca-torero es un binomio obsoleto". "A mí me gusta mucho y yo a él también, ya está".
Y bueno, ahí está la cosa. Curro, Debla y arte a borbotones.