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Sin espejo desde la desaparición de Mario Maya

Sin espejo desde la desaparición de Mario Maya

Curso de Flamenco en honor a Morente

Quizás, la jornada más redonda de este Curso Universitario en honor a Morente fuera la que se dedicó a Mario Maya el martes pasado en el teatro Isidoro Máiquez de CajaGRANADA. Una sesión completa y coherente, que comenzó con la ponencia “En la esencia del baile: Mario Maya”, de la experta en danza contemporánea y periodista Marta Carrasco; y terminó con una muestra de baile.

Desde una perspectiva personal y directa, la conferenciante partió desde los últimos días del maestro. Se remontó a septiembre de 2008, en plena Bienal de Sevilla, cuando cubría el evento para el diario ABC de esta ciudad. En el frenético desarrollo del, posiblemente, encuentro flamenco más importante de nuestro país, cuajado de estrenos, en el que Mario, no sólo era un espectador privilegiado, sino que presentaba su montaje postrero “Mujeres”, dejaba notar su ausencia. Las noticias de su paso hospitalario se sucedían y, una gastroenteritis se complicó de tal modo que el 27 de ese mes desaparecía el bailaor y coreógrafo más completo que hemos tenido, seis meses después de su maestra Pilar López, a la que profesaba un gran respeto y admiración.

Tras estos datos, la ponencia fue desgranando recuerdos biográficos destinados a reafirmar la dimensión artística de Maya. Comenzando por la anécdota de las botas con dos agujeros que de niño le compró a un trapero y rellenaba con cartones para poder bailar, fuimos entreviendo algunos de los momentos más significativos de su vida: su nacimiento en Córdoba (1937), su casi inmediato traslado al Sacromonte y sus cuevas, la pintora inglesa que lo retrató y le hizo llegar las doscientas mil pesetas del premio que le dieron por él, su marcha a Madrid con esa donación, su paso por los tablaos de la capital (Villarosa y Zambra), su descubrimiento por Pilar López que le enseñó “la estética de la danza”, su afición a la poesía (Lorca, Hernández), sus primeras compañías, su marcha a Nueva York y su visión contemporánea, su comunión con Juan de Loxa, sus montajes revolucionarios, dignificantes del flamenco y del pueblo gitano, su internacionalización, la creación de la Compañía Andaluza de Danza… Así, hasta terminar con sus proyectos, entre otros, su vuelta a Federico con “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, y reconocer que Mario Maya era un precursor del flamenco y que, tras su desaparición, “la danza española se va quedando sin espejos donde mirarse”.

Para terminar, se proyectó la obra “¡Ay jondo!” de Mario Maya, con textos de Juan de Loxa, estrenada en 1977, una función tan sencilla como eficaz, tan auténtica como rompedora, que fue aplaudida con la sinceridad con que se reconoce a un creador y a un maestro.

El baile varonil, creativo y distendido de Víctor Castro fue un buen colofón a la velada. Estas tres características entre otras definían el baile de Mario. A su lado, el preciso tocaor Jorge ‘El Pisao’ y el cantaor David Sorroche, con su entrega personalísima, dieron un recital de excepción. Hicieron tangos y alegrías, con el bailaor. En solitario se aproximaron al fandango, cantando la malagueña de la Peñaranda, abandolándose con el fandango lucentino y los fandangos que cantaban en Granada Frasquito Yerbagüena y Paco ‘el del Gas’.

Marichu, la primera maestra de Víctor Castro, algo desangelada y falta de norte, aportó también su grano de arena (hizo lo que pudo) con tientos-tangos y caña. Su cuadro también sonó flojo. La única que se salvó, aunque cohibida y todavçia verde, fue la cantaora novel Mamen Ruiz.

Los dos bailaores, en algún momento, pasaron por las manos de Mario Maya.

3 comentarios

susana -

Lo dices al final del texto... No sé en qué estaba pensando. Me alegro de haberme equivocado. Gracias y un beso

volandovengo -

Por suerte, Susana, vivimos una edad de oro del baile flamenco, de la que Mario fue precursor. Soy capaz, a vuelapluma, de listarte una veintena de bailaoras/es actuales, y me quedaría corto, que tienen mucho que decir, creativos, sensibles, precisos. Creo que lo bueno de un genio es la estela que deja a su paso.

susana -

Oscuro y real el futuro que proyectas. Esperemos que alguien nos mande un ángel con botas de flamenco.