Fin de semana
Patrimonio Flamenco y más
Últimamente los acontecimientos se amontonan y, desde que no escribo para el periódico, no siempre tomo nota. La memoria no siempre responde, sobre todo si han pasado trabajos y días. Una de las causas del olvido es la interferencia. Un recuerdo reciente se va difuminando cuantos más recuerdos echemos encima.
El viernes estuve en La Platería, donde se presentaba “de la fuente”, el primer trabajo discográfico de Esther Crisol. Después de una extensa presentación, sin desperdicio alguno, del flamencólogo Miguel Ángel González, desmenuzando cada uno de los cortes del disco, la cantaora nos brindó con algunos de estos temas, alternando de guitarrista, según el caso, el mismo que interviene en el disco.
Una reseña y valoración más amplia intentaré hacerla en ocasión más propicia. Ahora diré que uno de los valores de la obra es el trabajo en sí mismo. Cada palo ha constituido una ingente labor de indagación en voces del pasado y recuperación, intentando ser fiel al original. Otro valor a tener en cuenta es la formación musical de Esther, lo que incide en esta precisión.
Así, con una valoración positiva, en la voz grave y segura de la granadina, se escucharon malagueñas y rondeñas, acompañado por Vicente Márquez; tangos y bulerías, con Josele de la Rosa; seguiriyas, con José Manuel Cano; alegrías, con Alfredo Mesa.
El sábado por la mañana estuve en la inauguración de la Escuela Municipal de Flamenco, en la Zona Norte, que será gestionada por el mismo personal que gestiona La Chumbera, capitaneados por Antonio Vallejo. La escuela, con unos 20 años de existencia, estrena una sede expresamente pensada para lo que es, instaurándose en el mejor espacio para la enseñanza de flamenco que yo haya contemplado hasta la fecha. Con un presupuesto de un millón sesenta y cinco mil euros, la escuela cuenta con varios salones de baile y aulas acondicionadas para guitarra, cante y percusión, las cuatro disciplinas en que se centra la docencia. También cuenta con un salón de usos múltiples, con asientos elevados para representaciones, sistemas de megafonía, iluminación y proyección; y, por descontado, con vestuarios y aseos. Tan sólo el suelo, me comentó Vallejo, ha costado 50 millones, es un suelo especial, traído de Rusia, para que quien baile sobre él no le duela la espalda.
Eché de menos, no obstante, que la escuela se dedicara también a asuntos técnicos, como iluminación y sonido, y a la enseñanza teórica del flamenco.
El mismo sábado por la noche fui a ver a Sara Heredia a La Chumbera. Aunque no estuvo muy fina, aquejada de un resfriado, se le reconoce como a la gitana combativa que es, referente indiscutible en el Sacromonte y una de las mejores jaleadoras que existen. Con su preciosa voz, a veces cascada por la costumbre, cantó por levante, hizo tientos-tangos y soleares. A la guitarra lo acompañaba su compañero Antonio ‘El Chonico’, que, en solitario, interpretó unas tremendas granaínas y unas bulerías.
Pero como Sara es grande de veras es cantando atrás, para el baile, como demostró arropando a Manuela por alegrías y a su hija Sole por bulerías.
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