Del sentimiento a la hermandad
III Festival de las Cuevas 2013
El orden de mi desorden me impidió asistir a todo el Festival de las Cuevas. No pude escuchar, el lunes 26 de agosto, a Jaime el Parrón y Manuel Heredia, que presentaron Flamenco sin tapujos. Ni tampoco asistí al programa doble, el viernes 30, A menta y canela de Marcos Palometas y Vienen del Carmen de la Escuela Carmen de las Cuevas, con la participación especial de Maricarmen Guerrero.
Sin embargo sí presencié los espectáculos de Jara Heredia y de Javier Martos, los días 4 y 6 de septiembre respectivamente.
Jara es una bailaora de raza, con una fuerza y una seguridad innata que inciden en su carisma. Siendo de la tierra (puro Sacromonte) destila una elegancia evidente que pasea con garbo por las afueras de lo ortodoxo.
Su obra, Por tu ausencia, es un claro homenaje a su padre desaparecido. Era Juan Heredia, Juanillo ‘el Cojo’, toda una institución en el monte. En parte, todos los asiduos, nos quedamos huérfanos. Su cariño es universal.
El cantaor Rudi de la Vega abrió el espectáculo remedando a Juanillo. Sentado en una silla, a boca de escenario, y acompañado él mismo con su guitarra, interpretó el ramillete de cantes que el padre solía decir, sobre todo en familia. En silencio abandona la escena dejando el asiento vacío, haciendo contundente la ausencia.
Jara toma el relevo por soleares y retira la silla circunspecta. La soleá es grave y doliente, pero cuando tiene un destino claro, puede desgarrar por dentro. Jara no baila sola, que baila su dolor. El Monte le ha dado la vida y el Monte trasciende en sus pasos. Juan le ha dado la vida y su sombra planea en cada vuelta. Marcos Palometas a la guitarra ilustra con precisión una historia que también es suya.
La segunda parte la abre ‘el Parrón’ con una voz equilibrada y una seguridad manifiesta, el amigo del amigo, el compañero del compañero, araña, como Torre, el azogue de los espejos. Jaime se acuerda de Caracol y de Lorca.
La bailaora vuelve triste por levante y apunta una esperanza con los tangos. A los postres entra su familia, hija, hermanas y sobrinas, y entre todas nos regalan un fin de fiestas con los más auténticos tangos de la penca que se puedan encontrar.
Javier Martos retuerce las tuercas y se acuerda de Gaudí, con el que encuentra similitudes. Gaudí es de Reus, como este bailaor, es novedoso y rompedor, es espontáneo e inconformista.
Con Esencia de un arquitecto Javier nos introduce en el concepto creativo, en la improvisación sobre lo ya hecho, en el espíritu inquieto del que todo lo hace y todo le falta.
Un baile estilizado, muy simbólico, algo cubista; con su poso flamenco y sus pinceles contemporáneos; definen el conjunto.
La generosidad y sabiduría de este bailaor catalán hace que se rodee de un cuadro esencial que asambleariamente aporta su conocimiento. Las músicas de Rubén Campos y Kiki Corpas (guitarras) son para tenerlas en cuenta.
Javier entra en escena leyendo un libro sobre el arquitecto que le sirvió de inspiración. Javier baila en silencio sus propias palabras en off, sobre un texto creado para la ocasión por el que suscribe (Jorge Fernández Bustos), rematado por abandolaos.
Los tientos-tangos, con los que termina la primera parte, son menos alegóricos. Dejan entrever la cuna sacromontana y las ganas de ronear.
Un solo de batería, de Cheyenne, al que podemos considerar ya un maestro de la percusión, mete de lleno al bailaor en la piel del arquitecto y sus obras, para darle paso a su artista invitada, Mara Martínez, para poner su huella por soleá, que, aunque se alejan del concepto de la obra, añaden una grata nota de color bastante aplaudida.
Martos también echó manos de un inspirado Antonio Canales que le brindó el montaje de una seguiriya, culminada por un Ave María preciosista, en la voz de Sergio Gómez ‘Colorao’ que pone punto final a una obra a la que le auguramos un futuro venturoso.
* Foto tomada del facebook de Javier Martos, interpretando a Gaudí.
2 comentarios
volandovengo -
Juan Carlos -