La Moneta, el mejor broche para un encuentro
Los Veranos del Corral. IX Muestra de Andaluza Flamenco
Sin guitarras. Tan sólo con el compás de las palmas y los jaleos en su sitio, comienza la primera entrega de La Moneta por bulerías. Fuensanta evoluciona con pasos agigantados. Qué lejos queda ya la chiquilla que hace apenas tres años se alzó con el Desplante, el primer premio de baile en el Festival de las Minas de La Unión. Qué lejos queda esa bailaora desbocada, con todo el sabor de la raza, con la desbordante intuición de quien quiere comerse el mundo, con la sal de cuatro mares y con todo un futuro por delante. La Moneta hoy día conserva su fuerza y su carisma, sigue siendo un purasangre que se va domesticando, que sigue buscando, que encuentra un sentido a la danza que va más allá del puro arrebato, de la fuerza bruta, del río sin márgenes. La Moneta entra con desafío. Mide sus pasos y sus miradas. Es dulce y es amarga. Es delta y manantial.
Un cuadro de lujo la acompaña. Tres cantaores y dos guitarristas. Cada uno es un peso pesado. Cualquiera de ellos puede llenar un teatro. Enrique el Extremeño, el más veterano, es un maestro del compás y del quejío. El Galli y Miguel Lavis son el contraste. Tres voces distintas y complementarias. Con apuntes levantinos, los dos tocaores, Miguel Iglesias y David Carmona, introducen una farruca, que la bailaora granadina aborda con traje corto de pantalón y torera negros. Una farruca ya conocida por sus incondicionales, pero que Fuensanta pule hasta la perfección. Es su mejor propuesta. Es un baile maduro, reposado, lleno de silencios y complicidades. Paralelo a los tiempos. Compañero de las mejores vanguardias. Las voces ausentes no las necesita, pues va cantando con los pies. Las guitarras también callan a veces y la bailaora recurre a los palillos. La tensión, a veces hierática, se rompe con una sonrisa.
Para hacer tiempo mientras se prepara el último baile, los músicos se asoman a Málaga y nos dejan con varias ruedas de abandolaos. Hasta que aparece La Moneta de rojo y negro, con brillantes en el pelo y zarcillos dorados. Parece una dama luciendo el tesoro de Príamo. Escoge su imagen para bailar por seguiriyas. Ha sido su carta de presentación. Es el palo que la precede y la representa. Es el palo que siempre la acompaña y muestra con toda la pulcritud, la fuerza y el arte de que es capaz. Termina la seguiriya con algunos martinetes que cantan los cantaores alrededor de su reina. Enrique el Extremeño hace una letra que alude al Corral del Carbón. Fuensanta, siento a la postre, que no dejará de aprender, pero que ya es maestra, modelo a seguir.
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