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La dimensión contemporánea de La Moneta

La dimensión contemporánea de La Moneta

Festival Internacional de Música y Danza de Granada

El único espectáculo propio de flamenco en el 59 Festival de Música y Danza de Granada, aparte de su excelencia, produjo la general insatisfacción de un arte discriminado. El esfuerzo de vestir a nuestros artistas con las mejores galas y asemejarlos con las grandes orquestas, ballets y compañías de danza parece que en esta ciudad no sirve. Volvemos a condenar a lo jondo al escenario menor de la cultura en penumbra. Cómo se puede entender que justo el año en que pedimos para el flamenco la categoría de patrimonio de la UNESCO lo ninguneemos como calderilla. Cómo se puede permitir un Festival Internacional granadino orillar de esa forma nuestra manifestación por antonomasia, una propuesta que desborda teatros y corazones en todo el mundo. Cómo no somos capaces de establecer un tácito “sistema de cuotas”, como hace el cine, por ejemplo, y obligarnos a programar un tanto por ciento de producción autóctona. Cómo es capaz Enrique Gámez, director del Festival, de fotografiarse con la nueva directora de la Agencia para el Desarrollo del Flamenco, María de los Ángeles Carrasco, con el consejero de Cultura, Paulino Plata, y con el compositor Daniel Barenboim firmando la candidatura del flamenco, después del flaco favor que le está haciendo.

Esperemos que en 2011, para la 60 edición de este evento, en el que ya se está trabajando, bajo el lema “Hacemos Festival”, se rectifique esta afrenta y al menos tengamos tres espectáculos flamencos de primer orden. Tanto como “Extremo jondo”, la nueva apuesta de ‘La Moneta’.

Granada, siempre a la sombra de sí misma, ha enriquecido el mundo del flamenco con personajes alternos. Cuando en el resto de Andalucía se destaca por la ortodoxia y los cánones (“este es bueno porque se parece a…”), desde la ciudad de la Alhambra se proponen particularismos intachables. Hablando del baile, que es lo que nos ocupa, sólo mencionaré tres nombres que ocupan un lugar específico: Eva ‘La Yerbabuena’, Manuel Liñán y, ahora, Fuensanta ‘La Moneta’.

Esta joven bailaora granadina sigue atesorando en su interior la fuerza y la savia de sus raíces sacromontanas, la capacidad de sorpresa enraizada y la frescura, pero paso a paso va limando sus formas para lograr un baile más universal, como un buen arqueólogo va incorporando en su haber todo lo útil que va hallando en el camino hasta lograr una identidad propia con la que seguir venciendo, con la que seguir convenciendo.

De dos partes consta un espectáculo que se nos quedó corto. Intentamos comprender cómo esa hora completa tenía sus imprescindibles sesenta minutos, con todos sus segundos, sin faltar ni uno. Los temas se entrelazan sabiamente a través de la guitarra de Miguel Iglesias y el baile fluye como si esa fuera su dinámica natural. Nueve sillas de anea presiden la escena. Dos para los músicos, siete como parco decorado. El sonido es una garantía en las manos de Benson.

Enrique ‘El Extremeño’, con su voz poderosa, añeja y templada, entona un romance que tiene mucho que ver con la toná (o una toná que tiene mucho que ver con el romance). Cuando esta capela se hace caña, aparece la bailaora con vestido de vuelo y color tierra para escuchar la música, para dejarse seducir por la copla, para mostrarnos sus nuevos hallazgos. Aparte del compás, aparte de la fuerza, aparte de la flamencura y aparte de sus ojos, aparece en ella una vena contemporánea, fruto posiblemente de sus contactos con Rafael Estévez (aunque quizá más redonda, menos minimalista), que unen sin dudar la plástica y el espíritu, la escena y lo invisible, lo inmediato y la ilación interna entre movimiento y música, sentándole como anillo al dedo y descubriendo un horizonte infinito para explorar.

Al poco las cantiñas estimulan las tablas y ‘La Moneta’ se hace grande en las escobillas sin apenas sonido, con su solo taconeo o con el respetuoso cajón de Miguel ‘El Cheyenne’, para volver al sentimiento de la minera, un magnífico solo de guitarra del sevillano Iglesias.

El ecuador aparece en forma de vidalita que interpreta Enrique, con la misma tónica que el resto, lo que limita su sentimiento e incide en planitud, para dar paso a Fuensanta nuevamente, vestida de fiesta, con una impagable flor en lo alto del moño que nos recuerda a las gitanas de la tierra. Unas ricas bulerías abren esta segunda entrega, que pasan suavemente a ser liviana y serranas (creo que uno de los mejores momentos del cantaor), y desembocan en tientos-tangos, donde la granadina demuestra que se puede ser diferente haciendo lo de siempre, acordándose de los mayores y sus contemporáneos.

El fin de fiestas es generoso, iluminado, agradecido. Enrique se quita la chaqueta, se remanga, se saca la camisa, sacando a su vez lo que lleva dentro, que es mucho. ‘El Cheyenne’ se lanza a dar una pataíta y ‘La Moneta’ remata el bis entre varios minutos de aplausos a compás.

* Foto de archivo, fragmento (© Nono Guirado).

7 comentarios

volandovengo -

Nono es un artista.

Carla -

Es muy bonita la foto

volandovengo -

Estoy esperando desde principios de año para que algún aficionado o aficionados, amigos de la libertad, eleven sus quejas al periódico por prescindir de esa manera tan descarada e inmune de la crítica de flamenco. Pero, me temo, como en todo lo que ocurre en la ciudad, que tienen patente de corso.

Juan -

Estoy personalizando en el MAXIMO RESPONSABLE, porque al fin y al cabo es quien dice la última palabra...
A todo esto, no ha salido nada en el Granada Hoy, no estaría mal una carta al director.

volandovengo -

Juan, no es bueno personalizar estos "desajustes".
José Manuel, muchas gracias. Tu crítica también estuvo muy acertada y más puntual que la mía. Mira que iba a hacer referencia a la ausencia de soleá y seguiriya y, como lo mencionas tú, lo he dejado pasar.

José Manuel -

Comparto cada una de tus palabras. Como siempre, genial (tanto tú, como La Moneta)

Juan -

Este miserable (Enrique Gamez) por tal de salir en la foto es capaz de cualquier cosa, incluso de negarse a si mismo... En todos los años que llevo trabajando y sonorizando espectáculos flamencos "JAMAS" lo vi en alguno de ellos...
Este sujeto es, sin duda alguna, lo mas nefasto que le ha podido ocurrir al Flamenco en los últimos tiempos.