El Gallo de Cristal
El miércoles pasado tuvo lugar en el Museo Casa de los Tiros la presentación el nº 45 de la revista literaria Extramuros por parte de la Asociación Cultural del mismo nombre a la cual fui invitado. Qué tiene de extraordinario y por qué me hago eco de ello. Las razones son bien sencillas.
Primero: porque una revista de letras tan longeva merece admiración y presencia.
Segundo: porque se le hace un homenaje, dedicándole sus páginas centrales, al escritor granadino Arcadio Ortega, al cual le profeso una admiración incondicional como poeta, narrador o ensayista.
Y tercero: porque el Grupo de Estudios Flamencos de la Universidad de Granada ha comenzado a colaborar en dicha propuesta. En ella han inaugurado una sección dirigida a la investigación flamenca, en la cual puede que colabore.
Querría explicar el acto, que terminó con poesía flamenca y recital de guitarra, soleá y bulerías, por parte de Isidoro Pérez. Quisiera también comentar el contenido de la revista, que casi no tiene desperdicio. Pero no lo haré.
Diré en cambio, que la presentación, aunque larga, fue emotiva y que las firmas prestigiosas.
Esa misma noche decidí montar mi particular celebración yéndome a la XXI Noche Flamenca de la Asociación de Vecinos de la Plaza de Toros y, aunque llegué tarde por haber recogido mal la hora de comienzo, pude contemplar cómo los artistas soportaban estoicamente el desastre de sonido que caracteriza este festival desde sus comienzos.
Tenía interés en ver y escuchar a Alicia Morales, pero cantó en primer lugar y me la perdí. Pude ver el segundo baile de Almudena Romero, que algo más reposado sería más efectivo. José Fernández, con su tónica festivalera, estuvo acertado. De Esther Crisol puedo decir que la he visto mejor otras veces.
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