Con un lenguaje nuevo
Los Veranos del Corral. IX Muestra de Andaluza Flamenco
Es difícil escuchar una guitarra nueva en solitario. Digamos que el favor del público se reparte entre el cante y, sobre todo, el baile. Así, cuando se programa un recital de sonanta, son pocos los elegidos. Los músicos jóvenes se suelen quedar para el acompañamiento de cantaores y bailaores. Eso sí, cada vez con más espacios de creación, de recreación, de virtuosismo. Conscientes de esta deficiencia, los organizadores de Los Veranos del Corral, han querido dar cuartel a estos nuevos tocaores para que alcen su voz en un escenario como el que nos ocupa, verdadero trampolín de valores en ciernes.
El tocaor malagueño Juan Requena, visto bastantes veces como acompañante, se descubrió en la primera parte de la velada del miércoles en el Corral del Carbón con un lenguaje propio. Todos los tocaores tienden a parecerse a otro, o a imitar directamente, a Paco de Lucía o a Sanlúcar. Requena recorre caminos inexplorados, contempla nuevos horizontes, en una continua búsqueda. Las granaínas que nos dejó para comenzar fueron profundas y delicadas, para tocar con guantes de felpa, como un grabado antiguo. Delicado y verdadero. Para las alegrías precisó el compás de los percusionistas Herrera y García. Un complemento esencial, sin estridencias, dando la medida justa. Continuó por rondeñas, ese palo tan agradecido para la guitarra, que poco tiene que ver con el cante por rondeñas. Otro momento de introspección sirvió para introducir las bulerías, para las que se unió el piano eléctrico de Diego Suárez, concediéndole en buena medida al resto de su actuación participaciones jazzísticas. Juan, con todo su grupo, terminó por rumbas, talvez la pieza más popular del repertorio.
El baile fresco de Luisa Palicio ocupó la segunda parte del espectáculo. Esta malagueña de Estepona, reconocida con el Premio Revelación en la pasada Bienal de Sevilla, comenzó su entrega por levante. Su baile es purista y tradicional. Los recursos de fuerza, velocidad y el interminable juego tacón-punta, que se dejaban anteriormente para los hombres, son también obviados por esta bailaora. Su estilo es un todo reposado, es puro sentimiento, donde priman los brazos y la cintura. Sus vueltas, quizá excesivas, le hacen apuntar algunos desequilibrios. Para las alegrías finales, siguiendo los cánones, Luisa salió luciendo bata de cola y mantón blancos. Bien movida esa cola, bien aireado el mantón, para un resultado que tan sólo fue bello. La chispa, el pellizco, que se anhela en una bailaora, no estuvo presente. Entre medias de estos dos bailes, Vicente Gelo, uno de los cantaores que la arropaban, con voz aguda y grito moderado, se sintió orgulloso de cantar en la tierra que lo acogía, las precisas granaínas de Chacón rematadas por abandolaos.
* EN LA FOTO: Juan Requena (© Ana Palma)
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