Una mijilla de Graná en Graná
Flamenco en Le Chien Andalou
Mi teoría se confirma. Granada es la única ciudad donde se puede escuchar/ver flamenco a diario con meridiana calidad. Si no es en un teatro o un festival, es en una cueva o un tablao y si no en una peña o cualquier local alternativo. Lo que falta en este reino de taifas es una mínima y, por lo que llevamos visto, imposible organización.
Empieza la temporada fuerte. Las peñas se están desperezando. Tenemos los jueves La Guitarra en Otoño en la Casa de los Tiros; los sábados el Patrimonio Flamenco en la Chumbera; los viernes y sábados espectáculo flamenco en la sala Vimaambi; los domingos en los Jardines de Soraya; las cuevas funcionan los fines de semana; el tablao Albayzín; fiestas en los barrios; el Concurso de Guitarra de Ogíjares…
Y ahora también en Le Chien Andalou. Todos los días, a partir de las 22,00, podremos disfrutar en este mes de octubre de una representación de los flamencos de la tierra, desde el ínclito Niño de las Almendras hasta Emilio Maya, pasando por Pilar Fajardo, Almudena Romero, Luis de Melchor o José de Pinos (miren el calendario a la derecha).
El local no es muy grande y, más que se llena, se abarrota en seguida. Pero todos encuentran su sitio. Tiene un pequeño escenario en una semi cueva abovedada donde se puede beber y se puede comer.
El martes estuve viendo a un trío de flamencos que llevan su arte y el nombre de Granada por todo el mundo. Sobre todo por los países del Este. Con algún añadido (Lidia Valle, Marcos ‘Palometas’ y ahora Fita Heredia) mueven el espectáculo “Una mijilla de Graná”.
De protagonista figuraba Jorge ‘El Pisao’ con su guitarra, aunque la verdad forma piña indisociable con el cantaor David Sorroche y el bailaor Víctor Castro.
Destaca de ellos su profesionalidad y su sentido de la medida. Su actuación, adaptada para el local que le dio refugio, fue sincera y entregada, fresca y distinta. Sobre todo distinta. Tantas giras fuera de España le han llevado a destilar el flamenco ofreciendo lo preciso, arriesgando y comunicando nítidamente que el flamenco no es un escenario ni cuatro voces, cuatro patadas y el rasgueo de una guitarra. El flamenco es un modo de sentir, una ontología en la que influye el estado de ánimo, la acogida y hasta el tiempo atmosférico.
Como el camino de Machado, el espectáculo se va haciendo a cada paso. Por eso el nivel de complicidad e improvisación, siempre dentro del respeto y la alegría, un leiv motiv, es indispensable en un grupo que empezó en Málaga (malagueñas y abandolaos) y terminó en el Camino del Monte (zambra y tango), pasando por Cádiz (alegrías) y Huelva (fandangos), y encerrando en las bulerías todo el orbe musical.
4 comentarios
volandovengo -
Quien está interesado conoce mi blog.
Alberto Granados -
volandovengo -
David Sorroche -
Un abrazo fuerte, ya hablamos,