Blogia
volandovengo

La miel en los labios

La miel en los labios

Apertura de temporada de la Platería

El sábado fue un día difícil para el aficionado. Complicado, no por la carencia, sino por la abundancia. En mi conocimiento estaba el baile flamenco de Lola Bustamante en el Auditorio de la Chumbera, en su ciclo sabático “Patrimonio Flamenco”; Ana Serrano y Hugo de Dogma estaban en la Peña Flamenca Manuel Ávila de Montefrío, en el Circuito de jóvenes andaluces por las peñas autonómicas; en el Centro Sociocultural Fernando de los Ríos de Albolote, en recuerdo de Miguel Hernández, dentro de la 11 Semana de la Oralidad, tenía lugar un concierto flamenco de Manuel Gerena, Juan Pinilla y Esther Crisol; José de Pinos estaba en Le Chien Andalou; Pilar Marchena en el Teatro Martín Recuerda de Salobreña; y Arcángel y Miguel Ángel Cortés abrían la temporada de la Peña de la Platería. Casi nada (el viernes también estuvo cargado).

Dónde ir. Difícil dilema si el deseo se multiplica. Decidí hacer un recorrido local del Sacromonte al Albaycín. De La Chumbera a La Platería.

Después de haber visto en el Centro de Estudios Gitanos el espectáculo más mediocre de los últimos tiempos (la nieta de Loles del Cerro, bastante alejada del arte de su abuela, tenía sus pellizquitos por tangos), puse mis esperanzas en la decana de las peñas.

Cuando a un artista le precede su nombre y es punta de lanza, la exigencia de su público debe ser mayor y la satisfacción declarada. Arcángel, que nos sorprendió con su primer trabajo Arcángel en 2001 (aunque después grabara dos discos de semejante factura) y se colocó entre los primeros cantaores de su generación, ofreció un concierto poco arriesgado.

La sola palabra “correcto” no debe ser suficiente para un artista de esta categoría. Reconocemos no obstante su bello timbre y su voz colorida y amable, su conocimiento del cante, su largura y su compás. Fiel representante de su tierra destaca en los temas fandangueros y en los estilos libres.

La soleá que principiaba el recital, lleno de esperanza la sala del cante. Los tangos, en los que se notó su influencia morentiana, bonitos no más (sobre todo su final), pero quedaron desleídos. Miguel Ángel Cortés, a su lado, reivindicó los sonidos del camino. La malagueña goza también del beneplácito del respetable, aunque se notara alguna ausencia. Necesidad rompedora de la que carecieron las seguiriyas descompasadas con las que acabó la primera parte. Ya sabemos que es una propuesta novedosa, ya sabemos que se tiende a redondear y a romper moldes por sonidos más vanguardistas, pero cuando los cimientos sufren, cuando la esencia se desvirtúa, se tambalea todo el edificio.

La segunda parte puede que estuviera más conseguida. Posiblemente por la abundancia de cantes fuera de compás. Incomprensiblemente vuelven al escenario con soleares, aunque más aceleradas. Por levante (taranta, cartagenera y levantica) tuvo sus cosas y los fandangos naturales terminaron de situarlo en su sitio. Las alegrías adquirieron un tempo lento, diferente y, con alguna confusión en las letras que le restó profundidad al mensaje, eficaz.

Y, antes de acabar por Huelva, lo que domina a la perfección, saludó por fin a los presentes, lo que definió el cambio del título de este artículo que se iba a llamar “Ni las buenas noches”.

* Foto de Daniel Muñoz para flamenco-world.com©.

0 comentarios