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El concepto de Juan Andrés Maya

El concepto de Juan Andrés Maya

West Side Story

Lo que más me gustó fue la idea. Un montaje flamenco para estrenar en una sala de fiestas (disco-pub) que fuera dinámico, enraizado y reconocible, qué mejor que una adaptación del gran musical West Side Story (1961), traducido al castellano como Amor sin barreras (¿?).

Juan Andrés Maya tiene un concepto de la coreografía bastante popular, al alcance del espectador más básico. Es dramático y visceral. Una vasija llena que con un par de gotas rebosa de creatividad.

Capitanea un barco en el que cada tripulante tiene su papel (a veces comprimido) y lo exterioriza para mostrar una cubierta impecable, aunque los camarotes estén desordenados y del medio casco sea sentina.

Como resultado, un espectáculo propio y divertido, a medida, que rellenó la noche de sugerencias encontradas. Una función basada en la tradición Maya de arrebato y zapateo vertiginoso. Una obra cuajada de individualidades claramente destacables.

Una pincelada de erotismo, una algarabía global, la tragedia conocida, los finales interminables, la voz desgarrada de los cantaores, la rabia manifiesta… hacen un conjunto delicado que, sin embargo, le hace falta rodaje para lograr la entidad a la que Juan Andrés nos tiene acostumbrados.

La historia es conocida. El argumento está basado en la historia de Romeo y Julieta o en la de Montoyas y Tarantos, pero adaptada a los tiempos modernos y bajo el prisma del coreógrafo.

Desde bulerías, alegrías, tangos y levante anda el juego. Destacan sin embargo la farruca de Iván Vargas, reflejo de Manolete, la soleá de Juan Andrés, con sus pronunciados golpes de efecto y unas bulerías de grupo con momentos personales.

En las pantallas que rodean la sala, fotogramas escogidos de la película original, centran la atención ante una propuesta que se difumina.

* Fotograma de la película de 1961.

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