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volandovengo

Voyelles

Voyelles

A noir, E blanc, I rouge, U vert, O bleu: voyelles,
Je dirai quelque jour vos naissances latentes:
A, noir corset velu des mouches éclatantes
Qui bombinent autour des puanteurs cruelles,

Golfes d’ombre; E, candeur des vapeurs et des tentes,
Lances des glaciers fiers, rois blancs, frissons d’ombelles;
I, pourpres, sang craché, rire des lèvres belles
Dans la colère ou les ivresses pénitentes;

U, cycles, vibrements divins des mers virides,
Paix des pâtis semés d’animaux, paix des rides
Que l’alchimie imprime aux grands fronts studieux;

O, suprême Clairon plein des strideurs étranges,
Silence traversés des Mondes et des Anges:
–O l’Oméga, rayon violet de Ses Yeux!–

Ayer encontré a Alicia. A propósito de su nombre le comenté que Cunqueiro, en su Balada de las damas del tiempo pasado, interpretando un bello poema de Rimbaud sobre las vocales, en francés Voyelles (que precede a este texto), comenta que la i es necesaria; todo nombre de mujer ha de tener una i; es una nota de rojo… y pone de ejemplos a Dulcinea, Julieta, Ofelia, Beatriz y, más adelante, Ana Libia Plurabella (nombre inventado por Joyce).

Con acierto, Alicia me hace notar que su nombre tiene doble i, al igual que Bibiana, Cecilia, Agripina o Iris, con lo cual insiste en su hermosura, es una doble nota, un trino carmesí.

Me he tomado la libertad de interpretar el soneto del eternamente joven poeta, tomando como modelo otras traducciones, quizá desmoronando la estructura del soneto, quizá, ¡ay!, castigando la sublime rima francesa.

A negro, E blanco, I rojo, U verde, O azul: vocales,
descubriré algún día su origen misterioso:
A, chaqueta de terciopelo negro, de brillantes moscas
que vuelan entorno a crueles olores,

A golfos de sombra; E, blancura de los vapores y tiendas de campaña,
lanzas de glaciares orgullosos, reyes blancos, umbelas ateridas;
I, púrpura, escupitajo sangrante, risa de bellos labios
penitentes de ira o de borrachera;

U, ciclos, vibraciones divinas de los mares,
paz de hierba salpicada de animales, paz de aspereza
que la alquimia imprime en la frente del estudioso;

O, trompeta sublime de extrañas estridencias,
silencio atravesado por Mundos y por Ángeles:
–¡O la Omega, ese rayo violeta de Sus Ojos!–

6 comentarios

volandovengo -

Cada vez que leo un poema es distinto. Cada vez se merece distinto elogio, distinto comentario. Y, cuando leo a un poeta el que lee a otro poeta, el rizo se riza, pudiendo no tener fin.

Alberto Granados -

Todo un hito en el simbolismo. Este sonetazo ha dado ríos de tinta y se merece muchos más, por su originalidad y su poder de evocar realidadez mezcladas.
Se agradece, Jorge.

AG

volandovengo -

También, después de leer unas referencias en el periódico, me parece interesante incluir el nombre de Caperucita Roja, en su antigua acepción de Lolita seductora, que, con su nombre hábilmente diminutivizado, propone una 'i', reforzada por el calificativo 'Roja' que alude al peligro, a la violencia y al sexo de esos labios sonrientes.

volandovengo -

Buena observación, José Carlos. Recuerdos a Milena.
La verdad, Alexandra, que los nombres femeninos son ricos en aes. Será por su misterio o por su elegancia...

alexandra -

Hola amigo, me gusta esta similitud entre vocales, colores, y formas.
mi nombre con tres A, me da para poner una tienda de chaquetas de terciopelo negro.
Chaqueta de terciopelo negro... ummm... como los buenos cantaores van vestidos, y con la E, blancura de los vapores, me recuerda a los viajes en tren, a la sensación de libertad instantánea y fugaz. Preciosa traducción.
saludos amigo.

José Carlos Rosales -

Pues estupenda traducción, me gusta...
Y lo que más me gusta es la idea de Cunqueiro,
nunca me gustaron nombres como Magdalena o Fernanda
o Dolores; de hecho todas ellas se lo cambian y se hacen
llamar Magdy, Nandi o Loli.
Por algo será.