Tan bonicas por casualidad
Inevitablemente un día sucede a otro y, como en el poema de Machado, se pisa la senda que no se ha de volver a pisar. Los días se acumulan, como digo, o se pierden ante su vértigo acelerado (máxime en una memoria estrecha como la mía).
Los días se suceden sí y los actos se amontonan. ¿Cinco, siete, diez ofertas tenía el último día de junio, caluroso hasta el extremo?
Salí tan temprano de casa que lo lamenté. A las ocho de la tarde, con 39 grados, estaba sentado en la sede de la Asociación de la Prensa de Granada escuchando una charla-coloquio sobre el "El Baile flamenco", que más bien fue un apunte sobre Miguel Medina, presente en el acto, y profesor de baile desde hace bastantes décadas. Tiene academia propia y activa en el pueblo de Quentar. Le acompañaban varias de sus alumnas que bailaron garrotín, alegrías, fandangos y un poquito de tangos de falseta del Sacromonte, basados en el Tango Angelita de Ángel Barrios. Terminaron con la Soleá del amor desprendío de Benítez Carrasco. La música en directo la pusieron los veteranos Francisco Manuel Díaz, a la guitarra, y Arturo Fernández, al cante; sabios en su hacer. Varias conclusiones. A saber, el flamenco es una carrera de fondo; y no todo el mundo ha nacido para bailar.
En un momento, y como homenaje personal a Miguel Medina, el profesor de guitarra Rafael Liñán, descendiente de Manuel Martín Liñan, fundador de la Peña de La Platería, versionó Gracias a la vida, de Violeta Parra, y Blowin’ In The Wind, de Bob Dylan. Realmente alejado del flamenco, pero un precedente, si no una premonición del resto de la noche.
Después de una cerveza, me dirigí a la Tertulia, donde Juan Trova ofrecía un recital llamado Pobre del cantor… en el que interpretaba temas comprometidos de cantautores de ambos lados del charco: Silvio Rodríguez, Labordeta, Vicente Feliu, Paco Ibáñez, Pablo Milanés… Su hijo, del mismo nombre, interpretó con duende y estilo Imagine de John Lenon.
No esperé que acabara, no obstante, pues me esperaba un poco de flamenquito en la Peña de la Platería o si no en el Carmen de la Victoria y si no… Pero en mitad del camino, hice una parada estratégica en el Liberia y, cuál sería mi sorpresa, que estaban actuando Estrella, Nuria, Marina y Estela, o sea, ‘Tan bonicas’, un grupo de funk, garage, blues y rock (y rumba), que sigo desde hace tiempo, pero que nunca vi en directo.
Aunque son eléctricas, tocaban desenchufadas. Me dieron una sorpresa y una alegría por su personalidad, frescura, simpatía, espontaneidad y apertura de miras y propuestas. Algunas de sus componentes las conocía de antiguo, de muy antiguo, me encantó encontrarlas y, junto con las demás, me entusiasmó su control, su gracia (los coros prodigiosos) y sus ganas de pasarlo bien y hacérselo pasar bien al público.
Llegué a mi casa satisfecho doblemente por el descubrimiento y por constatar que, si no es flamenco, me relajo y disfruto de forma especial.
* Foto tomada de su Myspace.
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