Blogia
volandovengo

Ayer se cayó una torre

Ayer se cayó una torre

No somos sino el sueño de una sombra.
Píndaro

El sembradío se coloreaba en cuadros de hierba seca o en áridos terruños de piedra oscura, que parecían trazados con tiralíneas. Un joven, semejante a cualquier otro, caminaba embutido en saya parda, espadón al cinto y rodela embrazada a la izquierda.

A ambos lados del caminante, de cuando en vez, se veían otros reclutas huyendo desesperadamente de ejércitos y caballos supuestamente ofensivos. Era una contienda ordenada, sin embargo.

Animado por sus iguales, el joven también comenzó a correr protegido por su escudo, sin dejar de mirar hacia atrás. Saltó de cuadro a su antagónico apenas sin detenerse y sin pensar en las zancadas (alguien pensaría por él).

En plena ceguera entonces, sin advertirlo siquiera, se dio de bruces con torre albina en puesto avanzado, que incomprensiblemente derribó al punto.

No le dio lugar a recapacitar empero, porque un corcel blanco, que rampante saltaba en ele, se le echó encima y se lo comió.

Desde alturas insospechadas, una voz algo nasal, rasgó los cielos diciendo, entre eufórica y decidida, jaque mate.

5 comentarios

volandovengo -

Gracias, Alberto. Es la brevedad la que me guía. Alexandra, veo que comprendes. Es otra apuesta por la antigua teoría del Dios relojero.

alexandra -

objetiva forma de ver el magnifico juego, imposible relatar el acto de la caida con ausencia de sentimientos.. siempre, y aunque no se quiera, se termina pensando en alguien y en una situacion paralela a dicho juego, solo hay que traspolar el Jaque Mate a la vida real. besos amigo

Alberto Granados -

Todo un golpe de efecto final. Muy bueno, Jorge.

AG

volandovengo -

Eso me anima a seguir, B.

B -

Qué bueno, Jorge.