La crisis permanente
III Festival Flamencos por África
Ya es habitual que se vaya constelando el calendario flamenco de Granada con citas benéficas. Raro es el año en que no contemos con cuatro, cinco o más festivales solidarios. Por tradición, el flamenco viene de las penurias de la marginalidad, de las penalidades, de la persecución. Es fácil que se vuelque por una buena causa, aunque ahora la realidad es muy distinta.
El público, que es tan importante o más, también responde. Así, que cualquier motivo es bueno para prestar ayuda, para arrimar el hombro y aportar el grano de arena que conforme la montaña.
Ayer presenciamos el tercer festival Flamencos por África a beneficio de la asociación “Calor y Café”, en el teatro Isabel La Católica con una asistencia inmejorable tanto de público como de artistas de la tierra. (El día 6 de octubre, os recuerdo, habrá otro encuentro flamenco, en el mismo escenario, para colaborar con la asociación Borderline, que trabaja para la integración de las personas con inteligencia límite.)
Como dijo Juan Pinilla al finalizar la noche, si ahora estamos en crisis en el primer mundo, en África la crisis es permanente. Pues eso.
Muchos de los flamencos repitieron, como en años anteriores, fue un reencuentro. Incluso manifestaron su deseo de participar en los próximos festivales. Tal es el caso de la academia de Miguel Medina, con Francisco Manuel Díaz a la guitarra e Iván ‘El Centenillo’ al cante, que, con tres alumnas destacadas, nos bailaron por alegrías. Después, quedándose solos cantaor y guitarrista, nos ofrecieron unos fandangos principiados por el himno de Andalucía. Seguidamente Sergio Gómez, al cante, y Kiki Corpas, a las seis cuerdas, con ayuda de dos palmeras, hicieron cantiñas, para el baile esbelto de Elena López ‘La Sensa’.
En un segundo bloque de la noche, dedicado al cante sobre todo, lo abre Curro Albayzín, acordándose de Benítez Carrasco. Ramón del Paso a la guitarra por soleares. Jesús de María es un chico muy joven (no llegará a diez años) que, de la mano de Curro, nos brindó tientos-tangos.
A continuación, la voz potente y clásica de Arturo Fernández, arropado también por Ramón, entonó unas malagueñas rematadas por fandangos de Granada. Antonio Gómez ‘El Colorao’, a continuación, con Miguel Ochando a la guitarra, ofrecieron lo que para mí fue lo mejorcito de la noche: una entregada seguiriya. Después, con la colaboración de la segunda guitarra de Álvaro Pérez ‘el Martinete’, Antonio cantó su tradicional balada Mi mama. Para terminar esta parte, Agustín Barajas nos baila por bulerías, con Sergio y Rubén Campos detrás, al cante y a la guitarra respectivamente.
Una de las voces más encomiadas del panorama local, Manuel Carmona, ‘Nene de Santa Fe’, con su hijo, del mismo nombre, a la guitarra y dos palmeros, nos hace malagueñas, rematadas con rondeñas, y el Romance de la Cautiva, de absoluto estreno.
Otro jovencísimo cantaor, Juan de Granada, arropado por Francisco Manuel Díaz, propone bulerías y después un fandango, y Tomás García, también dentro de los cadetes, hace tientos-tangos, en los que no puede negar ser alumno de David Sorroche. Álvaro Pérez ‘el Martinete’ le acompaña con la guitarra. Entre los dos no llegan a treinta años.
El veterano Curro Andrés, con Ochando a su lado, hace un recorrido por algunas de las zambras de Manolo Caracol. Remedando al maestro pero afinado.
Ray Benítez cierra el tercer bloque bailando una equilibrada y preciosista farruca, en la que se acuerda de Antonio, de Mario Maya y de Manolete, mientras Sergio, al cante, y Rubén, a la guitarra, le interpretan una farruca de Miguel Poveda.
Para terminar el festival, se contempla una cuarta parte que abre Ana Mochón que, entregada y segura de sí misma, con Antonio ‘La Luz’ a la guitarra, aborda la caña, que la principia con una soleá, a la manera de Diego Clavel, con letra del guitarrero Rafael Moreno. Remata agradablemente por tangos del Camino.
Sergio Gómez ‘el Colorao’, por fin cantando adelante, acompañado de Rubén Campos, se va por levante, antes de darle paso a Juan Pinilla, con Josele de la Rosa como músico, que hace un magnífico revuelto con las cartageneras que acaba de grabar en su último disco, Las voces que no callaron, un poquito de abandolaos por Málaga y un remate por bulerías, que fueron cuplé a los postres, en los que se dio su pataílla, suelta y graciosa.
Juan Antonio Ibáñez, certero y profesional, ofició de maestro de ceremonias.
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