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La suerte de la petenera

La suerte de la petenera

Entre los muchos enigmas del flamenco (recordemos que este arte no ha sido documentado, grosso modo, hasta bien avanzado el siglo XIX) se encuentra la maldición de la petenera, el mal fario, sobre todo entre el pueblo gitano.

Nadie, sin embargo, puede especificar con certeza de dónde viene esta tradición de mala suerte. En general, en los tratados e historias del flamenco no se hace mención de este aspecto y sí ampliamente del origen y la etimología. Demófilo, Ángel Caballero, Larrea, Rossi, Félix Grande, Ricardo Molina, Antonio Mairena… todos los tratadistas en general obvian este aspecto de la petenera, bien porque no le dan importancia, bien porque no lo creen de interés en el análisis del cante, la trayectoria o herencia del mismo.

Es la tradición oral (al menos por mi parte), el boca a boca lo que sustenta este cante agorero, cantado tradicionalmente por mujeres.

La historia al final, sea cual sea, adquiere tintes románticos y me parece que la mala suerte engarza más con el folklore que con la realidad.

Quizá la leyenda más extendida de la petenera sea que éste era el sobrenombre de una mujer que para vengarse de un amor perdido causaba la locura de todos los hombres que conocía, opinión sostenida por una copla popular tradicional:

Quien te puso petenera
no te supo poner nombre
que te debía de haber puesto
la perdición de los hombres.

Juanito Valderrama, en sus memorias, da otra curiosa versión. En tiempos de la Ópera flamenca, iban en una compañía Concha Piquer, Juanita Reina y una cantaora y bailaora muy joven llamada Mari Paz.

Ésta hacía, en la obra Cancionero, el papel de la Petenera en su entierro. Así la llevaban a hombros por el escenario, mientras cantaban:

La Petenera se ha muerto
y la llevan a enterrar
y por las calles no cabe
la gente que va detrás.

En una representación, cuenta el cantaor jienense, “Mari Paz se puso muy mala con una cosa de pecho. Tan mala que se murió (…). Desde entonces, los gitanos no quieren oír hablar de la petenera por este mal fario”.

El otro día, sin ir más lejos, le escuché en una grabación a José María Pérez Orozco, catedrático de la lengua española, la versión que creo más acertada por viable. Se refiere a la misma letra de la muerte de la Petenera, pero que en un principio se hablaba de la República, su término y su añoranza. La letra quedaría así:

La República se ha muerto
y la llevan a enterrar
y por las calles no cabe
la gente que va detrás.

Por razones evidentes, quien la cantaba iba preso de inmediato. Por eso no se podía cantar. De ahí la mala suerte. La suerte de visitar el calabozo. Aunque, a decir verdad, por lo que yo conozco, no existe grabación con esta variable.

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