Otra vez Pilar Fajardo
Lo hablé con Pilar hace tiempo. Le dije que su baile debía ser más reflexivo, más reposado, que no se baila sólo con el cuerpo y el corazón, sino también con la cabeza; que tenía todas las papeletas para convertirse en la mejor bailaora de tablao de esta tierra; que podría ver el mundo frente a frente, pero tendría dificultad para mirar al cielo.
Pilar Fajardo es la segunda vez que baila en La Platería en menos de un mes. Es la segunda vez que me sorprende con su baile maduro. Difícilmente la veíamos arrostrando las formas más sentidas, dramáticas y profundas del flamenco, pero, con la soleá de la vez anterior y el taranto de esta ocasión, ha adquirido una perspectiva interesante.
El cuadro que le acompaña este día es completamente distinto e igual de eficaz. Para mostrar el buen hacer en las tablas, es necesario estar rodeado de buenos músicos. Un cuadro que haga agua puede desvirtuar la actuación de un bailaor o de una bailaora en más de un cincuenta por ciento.
Jaime Heredia ‘El Parrón’ se templa para empezar con una soleá, demostrando su universo único indiscutible en este palo básico. Su voz ya es limitada y se casca con facilidad. Sus tres, cuatro, temas para el cante alante pueden ser sublimes. Incluso hace buen papel apoyado por otros cantaores para cantarle al baile. Pero, me temo, que se le hace cuesta arriba cuando sólo él lleva el peso del cante atrás. Lo que se evidenció en los tarantos rematados con tangos con los que terminó la primera parte.
El baile, como digo, fue circunspecto y bien estructurado. Los postreros tangos también fueron merecedores de elogio. Ricos en roneo y gracia sacromontana.
Entre medias, Melchor de Córdoba y Luis de Melchor, padre e hijo, hilvanaron unas bulerías con sus guitarras sin desperdicio alguno, a pesar del alto margen de improvisación, a pesar de que Melchor se comía a Luis, a pesar de que la guitarra de éste último se oyera poco. Son de los pocos representantes, si no los únicos, del toque bravo del desaparecido Marote.
La segunda parte comienza con los nuevos bríos de Jaime que propone unos fandangos naturales para acabar cantándole alegrías a la algecireña, que logra redondearlas un poco más que la vez anterior. Es su baile de referencia, que rememora su tierra, aunque actualmente se halla impregnado de tintes de cueva y escenario granadino. Quizá le vendría bien un viaje de ida y vuelta para volver a salpicar de sal gaditana sus escobillas.
* Foto de Nacho Martín©.
0 comentarios