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volandovengo

Empieza el baile

Empieza el baile

XII Muestra Andaluza de Flamenco

Los Veranos del Corral

Después de la renuncia voluntaria al triestreno de Cristina Hoyos en el Generalife y su Poema del cante jondo, me alegré de forma indecible al disfrutar el programa del Corral del Carbón y de su larga y coherente trayectoria.

Lo he dicho más de una vez, creo que es el mejor espacio de pequeño formato que conozco en toda España. Esto, unido al marco, a la familiaridad y a un sonido impecable, que mejora día a día, lo convierte en un ciclo tan necesario como presencial.

No recuerdo la última vez que vimos a La Nitra en el escenario. Quizá, no hace mucho, acompañó a su tío El Polaco por bulerías; y otra vez en La Chumbera acompañó a no sé quien (mi memoria es flaca y no creo necesario buscar el dato). Pero para encontrar un recital propio, quizá haya que remontarse a principios del milenio.

Por eso se le pensaba menos en forma y atrevida. Pero al contrario, arropada por la guitarra exclusiva y respetuosa de Paco Cortés (estupendos sus solos) que amortigua como pocos cualquier desliz, la cantaora estuvo suelta y en su sitio, aunque su cante sea sota, caballo y rey.

Encarni La Nitra tiene una voz gitana de peso y un bello timbre que necesita cuidar. Abrió por alegrías. Muy correctas. Al igual que impuso su dominio en la soleá que, junto a la fiesta, es su palo por antonomasia.

Los tarantos fueron una sorpresa. Un doble homenaje: a Miguel Hernández en su año y a Enrique Morente interpretando Compañero, el tercer corte de su disco Despegando (1977). Fue un quiero y no puedo. No estuvo a la altura deseada y el texto quedó truncado.

Para acabar con esta entrega excesivamente breve, propuso bulerías, cantando alguna letra a pie de escenario, poniendo en evidencia la poca familiaridad que tiene con el micrófono.

La segunda parte no sólo subió el nivel de la velada, sino que identificó al Corral con su refinada propuesta de baile. La bailaora sevillana Adela Campallo se ha tenido que reinventar a sí misma tras un grave accidente ocurrido hace unos cuatro o cinco años que a punto estuvo de acabar con su carrera. Así ha tenido un antes y un después que le ha sentado de maravilla. Antes se distinguía (o no se distinguía, como quieran) por un baile “más salvaje”. Ahora reposa el baile, escucha el cante, baila el silencio. Hace del vacío, de la parada, un complemento necesario en su conjunto, convirtiéndola en una bailaora muy original, tanto en sugerencias como en la elección músical.

De esta manera comienza por galeras, un cante llamado Mi condena que se inserta en el disco Persecución (1976) de El Lebrijano, con letras de Félix Grande. Con vestido corto, de volantes circunstanciales, Adela rompe moldes. Se quiebra o redondea su cuerpo a voluntad, haciéndonos llegar un aire fresco y avasallador. El sonido, como ya hemos dicho, es rotundo. Aunque, me temo, que las voces no están a la altura de unas guitarras que tampoco son definitivas.

Mientras se prepara para la segunda entrega, José Carrasco hace un vertiginoso solo de percusión. Para las alegrías, la sevillana luce vestido de cola azul que se degrada hasta el celeste en los volantes de sus bajeras. Sigue convenciendo con rotundidad, pero su luz es menos intensa que al principio.

Una taranta de Linares y unos abandolaos interpretados por sus músicos, amortiguan la guinda final que llega en forma de seguiriyas precedidas por un pregón con metido en el mismo compás.

Adela vuelve a su origen e impone su nombre y su figura para tener en cuenta en el ramillete de nuevos bailaores que van a más, que dicen algo con un lenguaje distinto, con un lenguaje propio.

* Foto: Paco Sánchez©.

2 comentarios

volandovengo -

A todos los que les gusta el flamenco debían hacer como tú, Ellen, empaparse de los nuevos descubrimientos y confirmar o rechazar lo que contamos de ellos.

Ellen -

Hola Jorge, gracias por introducirnos a Adela Campallo. La he estado disfrutando una hora en youtube despues de leer tu reseña. Saludos desde Copenhague :o)