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Noche gachona

Noche gachona

XII Muestra Andaluza de Flamenco

Los Veranos del Corral

La apuesta del Carbón de este año pasa por Granada. Al menos una docena de intérpretes de la tierra han pasado o pasarán por su escenario, con todo lo bueno y limitado que tiene ese propósito. Se le da cuartel y cobijo a nuestra cantera, rica en los tiempos que corren, a la vez que se le muestra al público que los flamencos granadinos también pueden estar a la altura. Por otra parte, no nos descubren nada nuevo y las mermas son más evidentes.

Resultado: altibajos que, aunque anunciados, son incomprensibles.

El Corral se ha convertido en un escenario de categoría, en una prueba de fuego, en un jalón imprescindible en la carrera del artista. Actuar en este patio, que ofrece confianza y demanda calidad, es un orgullo y a la vez un compromiso. Los nervios de la responsabilidad a veces traicionan, pero a veces tranquiliza el saberse en casa.

Juan Pinilla, artista curtido en bastantes frentes, a sabiendas de esto propone un recital sensiblemente distinto a lo que viene ofreciendo últimamente. Sin embargo suena a duplicado. Su interacción con el público es tan agradecida como beneficiosa. Su voz es rotunda y segura, y su conocimiento dilatado. Se conoce a sí mismo, conoce a su público y conoce sus posibilidades. Por eso se decanta por las formas fandangueriles, por el cante libre y no el de compás, aunque de todo hay en su repertorio.

En plena búsqueda, su recital se convierte en un homenaje. Considera en primer lugar a Manolo Caracol con un romance que tiene mucho que ver con la zambra, que tiene mucho que ver con el fandango. Le sigue una petenera al estilo de la Niña de los Peines. En su comienzo ensalza a Pastora. Su segunda mitad es clásica.

La vidalita de Marchena, a la manera de Enrique Morente con el maestro Sabicas (1990) se convierte en su tercer obsequio. La caña, asegura, fue escrita por el simbolista francés Verlaine (1844-1896), sin llegar a saberlo; rematada por una soleá al estilo de Diego Clavel.

Se acuerda de Chano, de Calixto, de Morente, de Chabela, de Alberti… en las cantiñas, aunque trueca las letras. Paco Cortés, a su lado desde el principio es un dechado de exactitud y sabrosuras, más cuando se siente libre de trabazón con un cantaor versátil.

Por fandangos naturales acaba una actuación sin demasiados riesgos ni sorpresas.

Lucía Guarnido toma el relevo con su baile de hadas. Su inclinación al perfeccionismo hace que no se despeine, que un mechón no se le vaya a la cara, que una horquilla no le salte. Un respeto inicial la hace tensa por tarantos, que va relajando hasta convertirse en tonás, y de aquí a seguiriyas. Su baile es convencional, simbólicamente hablando. La parquedad de su elegante vestido negro cuadra a la perfección con la gravedad de la pieza.

El cuadro que lleva atrás no admite queja. Luis Mariano, más tocaor que nunca, más flamenco y sacromontano, demuestra su poderío por bulerías en el primer descanso de la bailaora, con una generosa introducción sentimental que comienza con los primeros acordes de Negra Sombra, un tema popular gallego con letra de Rosalía de Castro y música de Juan Montes.

Juan Ángel Tirado nació cantaor. Tiene una caja de música en la garganta y pulmones envidiables. Antonio Campos se viene haciendo ya hace mucho. Es un corredor de fondo, comprometido con el cante. Investiga, se auto exige y propone letras olvidadas y desconocidas. Imprescindibles en el flamenco granadino de esta última década.

Por caracoles, con un vestido de cola al uso, de color perla, aborda Lucía su segunda entrega. El abanico y el mantón refuerzan su pose demasiado estudiada y la flor sobre el moño la identifica del terruño.

El soniquete por tangos del Camino promete nueva tregua que Antonio, más formal, entona en los límites. Juan Ángel en cambio enriquece el cante desde otras costas. Mati Gómez les hace compás, quizá muy alejada del micrófono, quizá solapada con las palmas de los dos hombres.

La última entrega de la bailaora son unas bulerías, presumiblemente más libres. La técnica se impone a la intuición, el formalismo a las corruptelas del ambiente.

* Foto extraída del blog de Lucía Guarnido©.

2 comentarios

volandovengo -

Más que sonar tiene que verse (aunque el baile afecta a los cinco sentidos).

conpatines -

Baile flamenco ummmmmmmmmm suena bien