Sí o sí
Flamenco Viene del Sur
Jerez es un sello indiscutible. Nadie duda de la cuna, de la ciudad del flamenco. Su arte está por encima de cualquier pero. Sin embargo esa fama hay que mantenerla tanto dentro de Jerez (lo que resulta relativamente fácil), como fuera de su tierra.
El lunes pasado se presentó la obra ‘Mujerez’ en el Teatro Alhambra tras dos años de rodaje (se presentó en la XVI Bienal de Flamenco, 2010), que recientemente se dedica a la memoria de ‘Moraíto Chico’.
Tres mujeres jerezanas, Juana la del Pipa, Dolores Agujetas y Tomasa Guerrero ‘La Macanita’, tres pesos pesados del cante de raíz ocuparon la escena, bien individualmente, bien en grupo.
La noche prometía y no defraudo. ¿No defraudó?
Cuando se espera lo mejor, el cien por ciento, los recortes, por muy bien que estén, se llegan a notar. La rutina siempre pasa factura, cumplir por cumplir es imperdonable.
Cuando se va de sobrado (“yo tengo de flamencura hasta el aliento”) algo en el fondo huele mal.
Y no es que fura un fracaso, como puedo dejar trascender, pero cuando alguien viene con media de notable, el suficiente es insuficiente.
Comienza Juana rellenando la escena como gitana de gran peso y veteranía entonando por soleá y terminando por tientos-tangos, que remata de pie, paseando su gran porte con gracia y compás. Su voz ronca más nos cuenta sus limitaciones que su añeja profundidad.
Dolores, para mí la mejor de la velada (la única que no había visto en directo), comenzó también por soleá y remató por seguiriyas. Se hace acompañar a la guitarra por su hijo Dieguito de la Agujeta y no por Antonio Higuero que arropó a sus compañeras. El eco de los Agujetas estaba presente en todo momento. Los finales sin embargo no los cuadra. Hay que esperar a las tonás, cantadas alternativamente por las tres, para apreciar realmente a la verdadera descendiente de su estirpe.
Soleá, como las demás, y soleá por bulerías, con amplia concesión al cuplé como acostumbra, fue la incursión de La Macanita. Su torrente y su agudeza son manifiestas, pero se echa en falta el timbre de sus primeros conciertos, de sus primeras grabaciones.
Acabaron, como ya se ha dicho, por tonás, fandangos naturales y bulerías con todos presentes en el escenario, insertando una pataílla que otra, incluidos los efectivos palmeros, Chicharro y Bo.
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