Chispas
Me acaba de suceder. He llamado por teléfono a una entidad bancaria en la que supuestamente tengo un fondo de pensiones para hablar con mi agente para ver la posibilidad de hacer uso de ese dinero en breve por si, al paso que voy, no llego a pensionista.
Me responde una voz femenina con aire familiar y me dice: “hola, guapo” y, acto seguido, para mi disgusto, se disculpa diciendo: “perdone, creía que era mi marido, que me iba a llamar inmediatamente”. Le comento que no pasa nada, que me acaba de alegrar la mañana. Ella misma se alegra por haberme alegrado el día. Insisto en que ojalá todo el mundo, conocido y desconocido, saludara así. Abunda aún más, por el cuartelillo que le doy, apuntando que lo de “guapo” sigue en pie (más alegre, si cabe).
Mi asesora no estaba, así que toma nota de mi nombre y mi teléfono. Me despido devolviéndole el “adiós, guapa”, pero ya no hay contrapartida.
Cuelgo el inalámbrico con la sonrisa puesta y con ganas de compartir este episodio.
2 comentarios
volandovengo -
José A. -