Morente y Lorca
Con motivo del patrón de la Facultad de Filosofía y Letras, san Isidoro de Sevilla, se han programado una serie de actos conmemorativos. Ayer tuvo lugar una conferencia sobre “Morente, el hermano de Lorca” por el flamencólogo y biógrafo morentiano Balbino Gutiérrez y un recital de algunas piezas del maestro interpretadas por su hija Soleá, acompañada por Juan Habichuela ‘nieto’ a la guitarra.
Fue casi una sorpresa. Me enteré por la mañana poco antes de que diera comienzo (estaba anunciado para las 12,15).
Aparte de Aurora Carbonell, algún que otro familiar, allegados a la familia de Morente, unos cuantos aficionados y algunos alumnos, la sala estaba incomprensiblemente vacía hasta su mitad.
Balbino manifestó con toda razón la hermandad de Enrique y Federico, no sólo en la inquietud musical sino en la visión globalizada de las artes. Morente pasó directamente de las novelas del oeste al universo lorquiano (Doña Rosita la soltera). Desde sus primeros discos lo ha acompañado hasta llegar a fundirse. ¿Cómo dos creadores de Granada, posiblemente los dos más grandes creadores que ha dado esta tierra, no van a estar unidos en espíritu y manifestación artística?
El mismo cantaor expresó en cierta ocasión sentir la cercanía del poeta de Fuentevaqueros que le llegaba a parecer un miembro más de su familia.
El conferenciante desmenuzó las grabaciones de Morente y rescató hasta 38 cortes en los que aparecían los versos de Lorca. Un trabajo concienzudo que, me temo, calaba más en los iniciados que en el público en general.
La segunda parte estuvo protagonizada por el cante de la hija del maestro, con la compañía del último guitarrista que le acompañó en sus giras.
Juan Habichuela rompió el hielo con una recreación de Aunque era de noche. Sus dedos vertiginosos, el soniquete propio de la familia y la limpieza en su ejecución destacan indiscutiblemente.
Soleá se incorpora haciendo la Nana de Oriente, una bella creación paterna que también grabó su hermana Estrella.
Soleá atesora, además de una buena voz, afinada y melodiosa, los registros familiares del tono cambiante. Entre la lírica y el flamenco destaca esta cantaora que llega a estremecer con sus ayeos.
Continúan por bulerías (Señor, que florezca la rosa), para terminar con el Pequeño Vals Vienés, con una magistral introducción a la guitarra.
Fuera de programa y sin ensayo alguno interpretaron los memorables tangos La Estrella, pero que tanto el uno como el otro lo tienen más que asumidos y los han abordado de una u otra manera cientos de veces.
Fue lo que fue, un momento único como tantos otros que, viendo el resultado, me aventuraría a augurar una interesante comunión entre estos dos artistas. El nombre ya es mítico: Morente-Habichuela.
2 comentarios
volandovengo -
Antonio -
Saludos