Mi primera vez
El sábado jugué al fútbol. Ha sido mi primera vez. Un encuentro entre poetas y narradores de Granada y allegados. Algunos juegan bien, también escriben. Muchos hacen poesía y prosa a la vez, pero cada cual cogimos equipo.
El encuentro se prefiguraba algo surrealista y así fue. El árbitro con paraguas y tarjetas de visita, en vez de las vulgares amarilla y roja. Los equipos mixtos, con camisetas recicladas rosas y negras, con los mismos números: los poetas el 69, los narradores el 5 (por eso de la rima). Todos con varios libros en su haber (incluso para presentar en esta Feria del Libro, que nos sirve de excusa para convocar esta rencilla, la quinta en cuestión).
Yo es el primer año que juego (posiblemente el último). El fútbol no va conmigo ni con mis principios. Incluso, estoy en contra del deporte, como lo estaba Antonio Machado, Álvaro Mutis o Herminia Luque, sin olvidar a nuestro maravilloso padre Feijoo.
El único contacto que tuve con el deporte rey es cuando me dieron un balonazo en mi infancia o cuando nos obligaban a jugar en las clases de educación física. Después me ha parecido ocupar un lugar que le correspondía al saber. He palmeado la espalda, no obstante, del que se sabe las alineaciones de tal equipo o los resultados de tal arrostramiento en una determinada fecha.
Estoy contento de todos modos. No me he lesionado, que es lo que temía (sólo me he doblado ligeramente el tobillo en una de las varias caídas que he tenido). No me he fundido, lo que esperaba. No me han dado náuseas, lo más evidente.
He tocado la pelota al menos cuatro veces. Una de ellas porque salió fuera del campo y fui a recogerla; otras dos se las combiné al contrario, casi pareciendo que era un infiltrado; alguna otra vez sería por casualidad.
Mi hijo estuvo conmigo. Lejos de avergonzarse, me animaba y aplaudía mi entrega cuando, a los cinco minutos del partido, preguntaba cuánto quedaba para el descanso.
Después, con algún otro jugador o jugadora, me emparentaba y me decía que más de uno nos iba exclusivamente la pluma y no el esférico.
El tapeo y las cervezas postreras (y la ducha) remataron con guinda, al decir de muchos, la mejor competición del año.
9 comentarios
volandovengo -
maría angustias -
Gastronomy -
volandovengo -
volandovengo -
De las satisfacciones más grandes, es que entraras tú a jugar, Silvia, y encontrar por fin un rival a mi altura, jajajajaja...
SILVIA GALLEGO -
Si hay que entrenar para el próximo año, todo es ponerse (dicen)
UN PLACER PASAR UN RATO TAN TAN "REGÜENO"
Carmen K. -
Pero que no falte deporte. Debería ser, junto con los idiomas, asignatura obligatoria hasta el último año de carrera.
¡Salut!
volandovengo -
Fíjate si me es ajena esta historia que no tengo ni ropa apropiada y tuve que jugar con un bañador y unas zapatillas de esas de cordones (violetas) que utilizo para salir a la calle.
Carmen K. -
Jorge, jamás hubiera llegado a imaginar tu posición con respecto al deporte.
Necesario, necesario para mil cosas y por mil motivos.
Buena cantidad de enfermedades físicas y trastornos mentales, podrían haberse evitado y, en su defecto, mejorar considerablemente.
Además, el deporte segrega una serie de hormonas, las hormonas del placer (oxitocinas, endorfinas, etc)... mhmmm...
Habría que dar gracias a la vida por poder disfrutar con y de algo tan económico y placentero.
Pd: ¡es genial el motivo de la unión! ¡Felicidades!