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volandovengo

En la parada del bus

En la parada del bus

Cuando recojo a mi niño, casi siempre dependemos del autobús, por tener el tiempo ajustado. En la parada, para no aburrirnos, jugamos a los chinos (o porras) y contamos algunos acontecimientos del día. Hoy, o cuando fuera (así lo digo porque no sé cuándo voy a publicar este post y mucho menos cuándo lo van a leer ustedes). Hoy, repito, Juan me preguntó el día de mi cumpleaños, que está por llegar. Al decírselo concluimos que que cumplo 51 años. ¡Qué barbaridad!, exclamamos o pensamos o las dos cosas. ¡Pero no se nota!, exclamé o deseé.

Tanto es así, improvisé, que en cierta ocasión me senté en un asiento vacío y me dijeron que era para mayores de cincuenta.

—Yo soy mayor de cincuenta —dije.

—A ver. El carnet de identidad —imperó.

En vez del DNI le mostré el bonobús. [Mi niño reía.]

—Tiene cara de transporte público —observó.

Juan preguntó entonces si en el bonobús había que poner la fecha de nacimiento.

—No. Hay que poner la fecha de defunción. [Más risas y embeleso por mi parte porque no tuve que explicar la palabra ‘defunción’ ni la concesión surrealista.]

—El mío pone: año 3.227…

Vino el autobús y nos engulló antes de proseguir con la aventura.

Al rato, ya viniendo, aparte de pensar en escribir esta pequeña conversación, recordé otro diálogo de marquesina (entre los muchos que hemos tenido):

—Papá para qué son esos coches de bomberos tan pequeños —preguntó viendo pasar delante nuestra un jeep de color rojo y con sirena.

—Esos son para los cumpleaños —dije sin dudar—. Cuando alguien cumple más de cien años y le es imposible apagar las velas, llama a los bomberos, que no van a mandar un camión con todas las mangueras y todo el destacamento… Para esos menesteres, mandan el coche pequeño como ese.

Otro día en que había mucho viento, estuvimos oyendo basiliscos en el Camino de Ronda, averiguando dónde estarían escondidos y lamentando la ausencia de un gallo cantor que los alejara con la simple tonalidad de su grito.

* Basilisco en la ilustración.

3 comentarios

maría angustias -

Adorable. Adorable todo, la conversación, tu hijo, tú, este relato para no olvidar...

volandovengo -

Necesito recoger esas conversaciones para alimentar la memoria, Carmen. Aunque la mayoría se me escapan por las costuras.

Amanece -

Buen relato. Un pellizco psicomágico.