Blogia
volandovengo

El potlatch

El potlatch

Antes de que se le fuera la cabeza, el padre de un amigo que nos encontramos, quiso tomarse con nosotros unas copas. A la hora de pagar, sacó la billetera y, quien iba conmigo, le dio un manotazo diciendo que guardara el dinero para su hijo, que siempre andaba escaso.

El invitado se ofendió al punto y, sacando un fajo de billetes, quiso prenderles fuego. Se lo impedimos, pero la discusión y los argumentos de gallo alcanzaron la madrugada.

Aun teniendo, el despilfarro es obsceno. La presunción, ya no del desapego a las cosas materiales, sino de la relativa riqueza comparativa, debería estar especificada como delito. Es una búsqueda de reconocimiento, de status, que en cierta forma esconde inseguridad y pavoneo.

La vanidad, el narcisismo, la concepción egocéntrica es moneda habitual en nuestros círculos sociales. Nunca hubo tanto ombligo ni tanta firma ni tanta foto con la sonrisa forzada del ‘famoso’ a nuestro lado.

Mario Maya decía que la fama es el prestigio en calderilla. Y Einstein alabó a Chaplín por su altura y porque lo conocía todo el mundo. A lo que el cómico respondió: dichoso tú que todo el mundo te alaba y nadie te conoce.

A esta fiebre de figurantismo ya podemos ponerle nombre. Leo en Vacas, cerdos, guerras y brujas, de Marvin Harris: “El caso más extraño de búsqueda de status se descubrió entre los amerindios que en tiempos pasados habitaban las regiones costeras del sur de Alaska, la Columbia Británica y el estado de Washington. Aquí los buscadores de status practicaban lo que parece ser una forma maniaca de consumo y despilfarro conspicuos conocida como potlatch. El objeto del potlatch era donar o destruir más riqueza que el rival. Si el donante del potlatch era un jefe poderoso, podía intentar avergonzar a sus rivales y alcanzar admiración eterna entre sus seguidores destruyendo alimentos, ropas y dinero. A veces llegaba incluso a buscar prestigio quemando su propia casa”.

Líneas más abajo, el antropólogo concluye: “el potlatch ha sido un monumento a la creencia de que las culturas son las creaciones de fuerzas inescrutables y personalidades perturbadas”.

* Indios kwakiutl, entre los que se practica el potlatch.

2 comentarios

volandovengo -

Totalmente cateto, querido Jesús. La gran noticia seria que España hubiese perdido. Es como si a mí me apuntasen al Giro de Italia.

Jesús Cano -

Razón llevas; la presunción es algo tan arraigado en España como la envidia, defectos que rebajan notablemente nuestra nota media. A eso influye sin duda el efecto altavoz de los medios. Ayer mismo, resultaba ridículo leer o ver las crónicas del partido Tahití-España, con titulares del tipo "España de 10". Si Tahití es una selección menos que amateur semejante "grandeur" resulta catetil, ¿o no?