Cositas de Paco
Más de una semana hace que Paco nos dejó. Más de una semana hace que le doy vueltas para abordar unas líneas que se tracen medianamente derechas ante el maremagno de notas más o menos sentidas, de glosas y pésames en directo y diferido.
Qué escribir entonces que no sea un tópico. Qué escribir que no suene repetido, aunque tan variado como la cascada que nos ocupa. ¿El genio de la guitarra? ¿Máximo embajador del flamenco en el mundo? ¿Pura técnica autodidacta? ¿Los dedos de oro de un muchacho de Algeciras? ¿Un antes y un después en el concepto? ¿El mayor guitarrista de todos los tiempos? ¿La humildad y la coherencia? ¿El dúo imprescindible con Camarón?…
No sé, todo es tan grande y sin embargo tan pequeño.
Borges decía que inmortal es el que no es consciente de que va a morir, como los animales. Ahora lo vuelvo a pensar y creo que la inmortalidad, ya que veo mi fin invariable, está en algunos seres que conforman mi ideario.
Yo pensaba que Paco estaría de por vida en el universo mundano de las estrellas, regalándonos de cuando en vez esas cositas buenas que componía e interpretaba.
Lo vi en directo cuatro o cinco veces (la última, este verano pasado, en el Generalife). Nunca lo traté ni hablé con él. He sabido de su labor independiente. De su escuela. Del trocito de Paco de Lucía que tienen todos y cada uno de los guitarristas que conozco.
Una de las primeras veces que fui a verlo, al Palacio de Congresos, dijo que a Granada venía con miedo, dado el nivel guitarrístico que aquí había. Modesta opinión que, en boca del máximo exponente de la guitarra, cobra doble valor.
La ley de vida es pasar, como el caminante de Machado, pero hay quien deja huella profunda, quien va abriendo camino. Y esos, como dictaba Brecht, son los imprescindibles.
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volandovengo -
maría angustias -