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volandovengo

El calor del amor en un bar

El calor del amor en un bar

—Buenos días. Me pone un café con leche muy caliente.

—Buenos días, señor. ¡Marchando un café con leche muy caliente! ¿Quería algo más?

—¿Qué?

—Si quería algo de comer. Una tostada, algo de bollería… Una magdalena quizá.

—No, gracias. Sólo el café. ¿Tiene usted el periódico deportivo?

—No, lo siento. Sólo compramos el periódico local. Ahora se lo llevo.

—Gracias. ¿Siempre está tan vacío?

—¿Me decía algo?

—No, sólo preguntaba si siempre está tan vacío el local.

—No me lo explico. El único cliente que ha entrado por esa puerta en toda la mañana ha sido usted…

—¿Siempre es así?

—¡Qué va! Esto se pone de bote en bote los días de diario. Pero se ve que los domingos se nos pegan a todos las sábanas.

—No es tan temprano.

—Para un domingo, las nueve de la mañana, es temprano.

—A mí me gusta madrugar cuando no trabajo. Es como si tuviera más tiempo de descanso.

—Dormir es descansar.

—Sí. Parece una paradoja: “madrugar para estar más tiempo sin hacer nada”.

—Es una buena forma de verlo. Aquí tiene su café.

—Gracias.

—¿Y dónde dice que trabaja?

—No se lo he dicho. Soy bombero. Normalmente trabajo los domingos, pero hoy me ha tocado librar.

—Ya decía yo, con esos brazos, tenía que tener un trabajo poco convencional.

—Me puede dar otro sobre de azúcar.

—¿Le gusta dulce?

—No especialmente. Es que la taza es muy grande. Un azucarillo se queda corto.

—Y es verdad que son grandes las tazas. Lo hago por mi madre que le gusta el café en un buen recipiente. Cuando abrí la cafetería, fue lo primero que me dijo. “Compra tazas grandes, que no se quede nadie con falta”. Y así lo hice.

—Está bien pensado.

—Claro. Tratándose de mi madre. Pero así gasto el doble de azúcar.

—Eso sí.

—Ah, el periódico.

—Sí. Estaba a punto de recordárselo.

—Aquí lo tiene y su azucarillo extra. Será el primero en leerlo.

—El azúcar ya me lo he leído.

—Es usted ocurrente.

—Sólo le devuelvo la broma.

—Aunque no crea. Algunos sobres son interesantes.

—A veces ni los leo.

—Se repiten mucho y, además, la mayoría de las frases están sacadas de contexto y parecen ñoñas.

—Eso me parece…

—Te preguntas, por ejemplo, cómo Shakespeare pudo decir esa chorrada.

—Una vez leí una de Machado que hablaba de las mujeres. No me imagino yo a don Antonio diciendo esas frivolidades.

—Es lo que le digo… Pero, tómese el café, que se le va a enfriar.

—No. Por eso lo pido muy caliente.

—Y muy caliente se lo he puesto.

—Sí. Ya veo. Y es de agradecer, porque no en todos sitios entienden el concepto de ‘muy caliente’.

—Le importa que me siente.

—No. Qué va. Tómese un café aquí conmigo, si quiere. Prefiero desayunar acompañado.

—No es mala idea. Hasta que no entre nadie…

—Bueno. Me llamo Pablo.

—Y yo Ángel. Encantado. Pero no te levantes. Voy a por un café para mí.

—De aquí no me muevo.

***

—He traído algunas galletas también, por si acaso.

—Gracias. Menuda trifulca se está liando entre el entrenador del Atlético y el presidente.

—Yo no entiendo de fútbol. Me tiene sin cuidado.

—Según como lo mires, puede ser muy interesante. ¡Con la cantidad de dinero que mueven y que se líen por cuestiones de entrepierna!

—¿Cómo?

—A ver quién los tiene más gordos.

—Ya.

—Los jugadores y la afición están con el mister; pero la directiva, que es la que maneja la pasta, tiene todas las de ganar.

—Eso pasa.

—¡Qué asco!

—A mí también me han jugado una mala pasada.

—...

—Mi socio se ha ido con todo el dinero.

—¿Y eso?

—Nos peleamos el mes pasado. También éramos pareja, ¿sabes?

—Entonces es más grave.

—El local es mío, pero el trabajo lo compartíamos.

—Una pelea laboral.

—No. Sentimental. Se fue con otro.

—De veras que lo siento.

—No te preocupes. Llevábamos ya tiempo mal. Somos muy diferentes.

—Suele pasar en las parejas. A veces buscas alguien distinto y, cuando lo tienes, te quejas y quieres cambiarlo.

—Me gustaba su forma de ser. Nos complementábamos bien. Pero Alfredo es muy promiscuo. Hombre que se le insinúa; hombre para el que va.

—Sí, hay gente así. Muchas veces son problemas de la adolescencia.

—¿Cómo?

—Sí. Mi mujer, por ejemplo, desde niña ha sido gordita. En ella no se fijaba nadie, hasta que empezó a salir conmigo. Se le cambió el metabolismo, pero el trauma la persigue. Necesita que la quieran y tiene facilidad para dejarse querer.

—¿Y tú que haces?

—Bueno, yo soy muy abierto. Hasta que no haya vuelta de hoja, hasta que no me abandone…

—…

—Lo siento. No quería decir eso.

—No pasa nada. Tienes razón. Cuando ya no hay vuelta de hoja lo mejor es pasar página.

—Verás como todo se arregla.

—Qué manos tan frías tienes.

—Siempre.

—Pues, para ser bombero…

—No es fácil de creer, pero, incluso en un incendio, tengo las manos frías.

—Manos frías, corazón caliente.

—Pues las tuyas están bastante calientes.

—Quizá porque estoy contigo.

—¿Y si cierras el local y desayunamos tranquilamente?

12 comentarios

volandovengo -

Gracias, María Angustias. ¡Qué haría yo sin mis lectores!

maría angustias -

Me encantó :)

volandovengo -

Rossy, precisamente así se llama el libro de Eduardo Mendoza, 'Sin noticias de Gurb'. Es divertidísimo.

volandovengo -

Gracias, Carmen. No deja de ser un entretenimiento. (Muy satisfactorio.)

Carmen K. Salmerón -

Buenísimo. Impecable. Sorprendente comprobar que tan sólo con diálogos se describa, se palpe tan clara una situación, y un chorreo de sentimientos.

Rossy -

No tengo noticias de ese Gurb Bello.

volandovengo -

Mis preferencias, Rossy, pasan por extraterrestres no muy lejanos, con nave propia y de fácil adaptabilidad. ¿Que te parece Gurb de Eduardo Mendoza?

Rossy -

Si es que también te gustan y quieres que lo haga pero dependerá Bello de si no tienes la preferencia de que sea de un planeta porque no tengo amigos en todos.

volandovengo -

Eres tremenda, Rossy. ¿Cuándo escriba sobre extraterrestres, me presentarás algún alienígena con orejas puntiagudas?

volandovengo -

Gracias, Con patines. Tenía ganas de escribir un cuento sólo de diálogo, sin nada de narrativa, ni siquiera una acotación aclaratoria.

Rossy -

Bello no fue muy de sorpresa saber que realmente eres un hombre gayo en verdad me gustó así hablaremos de ropas y chamos
Yo tengo un amigo en España que también es gayo y yo le podria dar para que te escriba y cenar un dia como el patines que a él le gusta calentar los bongos bien bueno y si son a dos hombres se pondria bien hot.

Con patines -

Estos seguro acaban cenado, me gusto mucho