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volandovengo

La Moneta en la cumbre

La Moneta en la cumbre

Paso a paso 

Quien tenga ojos que vea, quien tenga oídos que escuche, quien tenga corazón que sienta, pues no fui yo solo quien disfrutó con el espectáculo Paso a paso de La Moneta, sino que fuimos cerca de ochocientos sesenta y tres asistentes los que ocupamos las tantas localidades de la bella Sala Roja de los teatros del Canal de Madrid este sábado, 14 de junio, en el que la granadina nos mostró el verdadero baile del siglo veintiuno, en el que se aúna el contemporáneo con el flamenco, sin que sea un postizo, sino formando parte de él como un apéndice imprescindible; y la implicación de todo su cuerpo como si de un todo se tratara, pies y manos, hombros y cintura, ojos y sonrisa, y la fuerza permanente, y la técnica que está tan solapada que parece que no existiera sólo cuando el sonido del compás se impone con esa naturalidad como si viésemos jugar a un niño; y la música que la rodea y la envuelve y la guía, con números uno, con Luis Mariano a la guitarra y Miguel ‘el Cheyenne’ a la percusión, un tánden eficacísimo de la creación y el poso cálido con que impregna Granada a sus muchachos y la escuela sacromontana, con su rasgueo impagable y el sonido del agua en cada nota, y Miguel Lavi, Morenito de Íllora y el Mati al cante, con el aguardiente preciso y la admiración mutua, con la voz abierta, tranquila, segura, cantando para la señora, que también sabe ser canastera, y nos hace llorar con la seguiriya y reímos con los tangos, cuando su sonrisa abierta sorprende el guiño, quizá espontáneo, de un quiebro, y, desde el principio, con su farruca redonda, austera, y su paso a dos, más adelante, con Javier Latorre, la verticalidad personificada, el maestro tranquilo, impasible, que con parco zarandeo quiebra el azogue, y vibramos con los jaleos y con la mirada hipnótica de Fuensanta que hace cómplices, mientras la luz la persigue y la caja refuerza su propuesta como si fuera un tercer tacón y la guitarra, espectacular en ella sola, va hilvanando los retales hasta encontrar la pieza delicada, el bordado exquisito de una noche sin fisuras, porque quien no quiera ver que no vea, quien no quiera oír que no escuche, quien no quiera sentir que no sienta, pero yo, que tengo ojos, que tengo oídos, que tengo corazón, que estuve allí, quise reír y quise llorar, vibré y me estremecí, como tan sólo con unos pocos flamencos se consigue.

* Foto: deflamenco.com©.

3 comentarios

volandovengo -

Gracias a ti, poco, por leerme y comentarme. Yo sólo reflejo lo que veo, lo que oigo y lo que siento.

paco -

Gracias por las criticas tan acertadas no estuve viendo a la Moneta pero me contaron y fue sublime.

poco -

Gracias por las criticas tan acertadas no estuve viendo a la Moneta pero me contaron y fue sublime.